
Según la Real Academia Española, el término consumismo significa:
“Tendencia inmoderada a adquirir, gastar o consumir bienes, no siempre necesarios.”
Las pequeñas decisiones que tomamos todos los días sobre qué comer, dónde comprar o cuánto gastar importan más de lo que creemos.
La forma en la que consumimos son la causa y la consecuencia de muchos problemas medioambientales que enfrenta hoy el planeta: la deforestación, la invasión plástica, el cambio climático y la pérdida de biodiversidad.
El consumo responsable es mucho más que una tendencia y parte de la idea de que sólo debemos adquirir los productos que realmente demandamos. Desde que nos levantamos hasta que nos acostamos estamos consumiendo, bien sea mediante el uso de agua o electricidad o adquiriendo nuevos productos o servicios. Sin embargo, ¿lo hacemos de forma responsable? ¿Somos conscientes del gasto energético o alimentario que estamos generando?

No se trata de comprar porque sí; el asunto es hacerlo cuando existe una necesidad básica que debemos cubrir. Pero no solo eso: se trata, al mismo tiempo, de saber comprar.
El consumo responsable se basa en dos puntos, que son consumir menos y que lo que consumamos sea lo más sostenible y solidario posible.
En este sentido, hacerlo de una manera responsable significa cuestionarse, a la hora de comprar, qué es prescindible y qué no; cuáles son nuestras disponibilidades económicas reales y, después, elegir los productos no sólo por su precio o su calidad, sino también porque son respetuosos con el medio ambiente.
Además, es una actitud que también se puede ejercer en el hogar y en los hábitos de vida. Gestos sencillos como ahorrar electricidad, agua o combustible, reparar lo que todavía sirve y alargar la vida de los productos hacen que mejore la calidad de vida de todos nosotros.

CRITERIOS PARA UN CONSUMO RESPONSABLE
Para ejercer un consumo responsable podemos hacernos una serie de preguntas:
¿Necesito lo que voy a comprar?
¿Quiero satisfacer un deseo?
¿Estoy eligiendo libremente o es una compra compulsiva?
¿Cuántos tengo ya?
¿Cuánto lo voy a usar?
¿Cuánto me va a durar?
¿Podría pedirlo prestado a un amigo o a un familiar?
¿Puedo vivir sin él?
¿Voy a poder mantenerlo/ limpiarlo / repararlo yo mismo?
¿Tengo ganas de hacerlo?
¿He buscado información para conseguir mejor calidad y menor precio?
¿Cómo me voy a deshacer de él una vez que haya terminado de usarlo?
¿Está hecho con materiales reciclables?
¿Las materias primas que se usaron son renovables?
¿Hay algo que yo posea que pueda reemplazarlo?
Realizar un consumo responsable solamente implica realizar un pequeño cambio en nuestros hábitos de consumo, lo que no conlleva ningún inconveniente considerable ni requiere un esfuerzo específico adicional.

Algunos hábitos que pueden considerarse como relevantes a nivel individual, pero que a nivel colectivo pueden suponer un gran cambio social son:
Reduce, reutiliza y recicla
Optar por productos que podamos reciclar o que se produzcan con materiales reciclados.
Consumir lo justo y necesario
Vayamos donde vayamos, hagamos una lista antes de salir de casa, para no acabar comprando cosas que en realidad no nos hacen falta.
La mejor energía es la que no se consume
Ahorrar en la luz es posible desde hace años. Bombillas de bajo consumo, paredes blancas que reflejen luz y desenchufar todo aquello que no estemos utilizando, como por ejemplo el cargador del móvil, la licuadora, lavadora, etc.
Estar a la moda de forma responsable
Se puede estar a la moda contribuyendo al bien común y a la sostenibilidad del planeta. Puedes hacer un consumo responsable de ropa, maquillajes, celulares entre otros. Plantéate la posibilidad de modificar o reutilizar una prenda de ropa o producto que ya tienes y que podrías darle otro uso o que se ajustará mejor a tus gustos de ahora. Intercambia ropa con familia y amigos. Compra ropa de segunda mano y sobre todo, intenta sacar partido a la ropa que tienes.
El comercio justo
El comercio justo implica tener en cuenta el proceso productivo, que hay personas detrás que elaboran los productos de forma artesanal, que fomentan la no exclusión y evitan la desigualdad y que en todo caso siempre será más favorecedor consumir en un comercio local que en las grandes cadenas.
Es necesario adoptar hábitos como estos para asegurarnos de que nuestro consumo –que es inevitable– tenga el menor impacto sobre el planeta y también sobre nosotros. Y, además, no implican ningún gasto ni esfuerzo extra. Pongamos en práctica desde hoy estas pequeñas acciones cotidianas y sintámonos orgullosos de nuestro paso por el planeta.
Antes de consumir recuerda esto:
• Debes hacerte las preguntas señaladas anteriormente y, sobre todo, pensar si lo que vas a comprar va a satisfacer realmente una necesidad o un deseo, o bien si lo compras compulsivamente.
• Piensa a qué tipo de comercio quieres favorecer. No olvides que consumir productos locales, productos ecológicos o de comercio justo, productos naturales y productos reutilizados y reciclados, son sin duda la mejor opción medioambiental y social.
• Asegúrate de la calidad de lo que compras de cara a adquirir bienes más saludables y duraderos.
• Busca alternativas que minimicen la explotación de los recursos naturales: segunda mano, reutilizar, intercambios, reparación.
• Haz un buen mantenimiento de lo que compras y, cuando acabe la vida útil de un producto, ten en cuenta las posibilidades de reciclar los materiales de que está hecho
Cambiar los patrones de consumo supone un reto a nivel mundial para todos los países y para uno mismo, y por tanto debería situarse entre las prioridades de cara a este nuevo año.
Y pues bueno, ya que conocemos las normas básicas del consumo responsable, que son reducir, reutilizar y reciclar, me gustaría añadir 4 Rs más para reflexionar sobre nuestro poder como consumidores:
· REDUCE tu consumo a lo necesario.
· REUTILIZA los objetos para alargar su vida útil lo más que puedas y evita las desechables.
· RECICLA lo que no pudiste reutilizar.
· RECHAZA lo que no necesitas.
· REPARA lo que ya tienes.
· REINCORPORA a la tierra los residuos orgánicos.
· RESISTE. Todo tu esfuerzo cuenta.
Por: Morita Salas.