
UNA MIRADA AL PRIMER MUNDO
Después de los años cincuenta comenzaron a usarse los términos “primer”, “segundo” y “tercer mundo” con el propósito de dividir al mundo en clases sociales.
Esos términos han venido modificándose y actualmente el término “primer mundo” se aplica a los países desarrollados, es decir, a todo aquel país que tiene un nivel y calidad de vida superior a los demás gracias a una alta riqueza y a la distribución de la misma, por lo que han logrado un alto grado en el índice del desarrollo económico, social y humano. Tal es el caso de Estados Unidos, Canadá, algunos países de Europa, Japón, Australia, por citar algunos. Por otro lado, tenemos en contraste a los países en vías de desarrollo, con economías medianamente desarrolladas hasta aquellos cuya pobreza y miseria son del predominio de su población.
Esta división de las naciones retrata la realidad imperante en los distintos ámbitos de cada uno de los países, dándonos oportunidad de apreciar y contrastar las diferentes prácticas y costumbres de las naciones.

Hoy en día las distancias se han acortado, no solo por la amplia red de vías de transporte, sino también por el uso de internet y redes sociales, por lo que la gran mayoría de la población tenemos acceso por uno u otro medio a noticias, notas y comentarios de todas partes del mundo, mientras algunos tienen además la posibilidad de visitar esos otros países, ya sea por cuestiones laborales o vacaciones. Ese acceso al exterior de nuestro país nos permite dar un vistazo a las notables prácticas del “primer mundo” y percibir los beneficios y bienestar que traen a su población en contraste con las prácticas de nuestro país de origen, en este caso de nuestro México lindo.
Dentro de las prácticas de usos y costumbres, así como del sistema organizacional de los países más desarrollados, destacan acciones como la puntualidad, evitar tirar basura en las calles, respetar los límites de velocidad al conducir, respetar los cajones de estacionamiento para minusválidos, evitar tomar lo que no nos pertenece, sólo por citar algunas buenas costumbres. Respecto a este último punto, recientemente observé en Francia cómo la gente recoge cualquier objeto que encuentra en la calle, en el suelo, y lo coloca en un lugar o altura visible justo donde lo encontró, pues se espera que el dueño regrese a buscarlo y lo encuentre precisamente ahí, en donde lo perdió. Francia además es una nación preocupada por el medio ambiente, por lo que es común encontrar contenedores para reciclar vidrio, papel y cartón, material biodegradable, baterías, incluso ropa y calzado, en diferentes puntos de las ciudades.
Otra práctica destacada, no sólo en Francia, sino en gran parte de los países de Europa y a pesar de las inclemencias del clima, es el uso de la bicicleta incluso por parte de los adultos mayores. De igual manera, el uso del transporte público es la alternativa más común para la movilidad de la gran mayoría de la población, para evitar la contaminación.
También Estados Unidos es otro ejemplo donde es notable la limpieza de las calles, así como lo ordenado de los peatones para cruzar por las esquinas para garantizar su seguridad y la de los demás. Por otra parte, es de destacar la organización del sistema de refrendo vehicular que se lleva a cabo durante todo el año, haciendo coincidir el trámite con la fecha de cumpleaños de cada contribuyente, evitando así aglomeraciones y manteniendo una misma placa mientras conserven el automóvil colocando únicamente una calcomanía en la placa para denotar la actualización del refrendo.

Es curioso cómo al voltear la mirada a los usos y costumbres de estos países llamados del “primer mundo” no aprendemos y tomamos acción para replicar lo mismo en nuestro país, con todo y que vemos que se trata de prácticas eficaces para mejorar tanto en el sistema organizacional del país como en el modo de vida de sus habitantes. Teniendo estos ejemplos y a pesar de advertir lo positivos, convenientes, saludables y respetuosos que son, sobre todo en el ámbito de convivencia social y desarrollo humano, ¿por qué no hacemos de nuestro México una nación más organizada, segura, saludable y culta?
Vayamos al siguiente paso y empecemos a poner en práctica y promover acciones concretas que nos lleven a una mejor calidad de vida, prácticas de limpieza y sanidad, puntualidad, respeto por el medio ambiente, por las instituciones y por el prójimo. Empecemos por hacer de nuestro hogar y nuestra familia un mejor lugar, para luego replicarlo en nuestro entorno.
¡Tomemos de una mirada al primer mundo la inspiración para transformar el nuestro!
Escrito por: Chris Martínez