Buenos o malos, ¡ese es el dilema!

Buenos o malos, ¡ese es el dilema!

La mayoría de la gente, o al menos eso creía, disfrutan de una victoria deportiva de equipos “underdogs”, es decir, los no favoritos. Los representantes de la mayoría, en general, son equipos menos afluentes y los contendientes son todo lo contrario.

Nos gusta ver en las películas cómo Robin Hood vence a los soldados de Nottingham y recordamos cómo los 300 espartanos derrotaron en las Termópilas a un super ejercito persa al mando de Jerjes I. Los buenos, a quienes nosotros etiquetamos como “buenos”, siempre ganan.

Pero como dice la canción de Mercedes Sosa, “cambia, todo cambia” y en este siglo, del cual ya llevamos recorrido casi el 25%, vemos a los “malos”, los no populares, los maquiavélicos, los de tendencias hegemónicas, como sufridas víctimas y merecedores de una mejor posición en la cadena de poder de este globo terráqueo.

Stalin y Hitler estarían felices si hubiesen nacido en este siglo, pues serían héroes con sus pensamientos torcidos y, si existiera San Pedro, lo volveríamos a crucificar con la cabeza hacia abajo. Bonito siglo, hágame el favor.

Estuve atento a un “reality show” muy popular en México en el que se enfrentaron dos equipos en guerras distópicas: El infierno contra el cielo. Ahí, ya para empezar, se busca dividir y hacer que la decisión final se sometiera a una encuesta pública en la que los espectadores tenían la decisión en sus manos.

Como concurso podrá ser divertido, pero esto no es más que una muestra de la cruda realidad que vivimos en nuestro bastante fastidiado tejido social.

Me cuesta entender cómo 15 millones de mexicanos que votaron en la final, a decir de los conductores del último episodio, empoderaron al equipo con la propuesta más “malévola” que utilizaba estrategias aniquiladoras y ofensivas. ¿Cómo que ahora los “malos” son los “buenos”? Pues, tal parece, que para muestra basta un botón.

No sólo México experimenta este fenómeno, el capital social de la sociedad se ha transformado en un club de bots que nos indica el rumbo diseñado por unos cuantos.

En lugar de dividir, vamos a sumar y a participar en el quehacer que nos corresponde para desarrollar esta patria nuestra (no la vacuna contra el COVID), cambiando una parte de nuestro chip hacia la dirección del back to basics, retomando esa importancia que tenía “la bondad” en el ser y hacer de cada uno.

México tiene forma de cornucopia, el cuerno de la abundancia, una cornucopia desbordante de frutas y alimentos que representa nuestra rica biodiversidad en recursos naturales y humanos, ¿a poco la vamos a desperdiciar? Porque tiene fecha de caducidad.

Empecemos impulsando un cambio en el rumbo de la política económica y educativa para los niños con carreras STEM (Ciencia, Tecnología, Ingeniería y Matemáticas, por sus siglas en inglés).

Ánimo.

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