La autoconfianza en los equipos de trabajo.

Liderazgo, asertividad, trabajo en equipo… la lista de competencias que podemos desarrollar en nuestros colaboradores es extensa. El mundo, lo sabemos, le pertenece a aquellos capaces de sobresalir de sus competidores. Ofertar un excelente producto o servicio no solo es deseable sino necesario, pero de poco te valdrá si tu cliente no se siente, además de ello, comprendido y valorado. Frente a dos productos de calidad similar, el consumidor optará por aquel de quien recibe un mejor trato. De ahí la importancia estratégica de desarrollar nuestro talento humano

El primer reto consiste en hacer que nuestra gente se sienta bien ante todo. De ahí la importancia de la medición periódica del clima laboral, que hará las veces de termómetro para saber si el estado emocional de nuestros colaboradores es el adecuado.

LOS INCENTIVOS LABORALES NO SON SUFICIENTES

Tal vez te preguntes, ¿qué debo hacer para que mis subalternos se sientan motivados a hacer un excepcional trabajo? Antes de responder, es importante distinguir la motivación extrínseca de la intrínseca. Las empresas competitivas generalmente se enfocan en la primera recurriendo a todo tipo de incentivos: bonificaciones, primas anuales, remuneración del tiempo libre, becas, horarios flexibles, teletrabajo, excursiones corporativas y otras formas de reconocimiento.

No están mal estas prácticas. Sin embargo, por buenos que sean los mecanismos de motivación extrínseca, si un colaborador no se siente internamente motivado para hacer las cosas, no necesariamente dará lo mejor de sí. Como dice el dicho, “Puedes llevar a abrevar al caballo, pero no lo puedes obligar a beber”.

De ahí la importancia de la motivación intrínseca, que es el impulso interior que nos mueve a hacer cosas. Sabremos si alguien se encuentra motivado si lo escuchamos decir: “Me gusta tanto hacer lo que hago, que igual lo haría aunque no me pagaran” o “Si hago bien las cosas es porque así de altos son mis estándares”. A lo que tal vez pienses: “¡Qué más quisiera que toda mi gente fuese así, pero yo no puedo controlar lo que ellos quieran o sientan!”. Cierto, pero hay algo que sí podrías hacer: desarrollar en tu gente las competencias que los ayuden a querer hacer las cosas con entrega y entusiasmo.

ENCUENTRA TU RAZÓN DE SER

A manera de ejemplo, imagina que alguien te propone ofrecerle a tu equipo un Taller de Ikigai. ¿Y qué diantres es el Ikigai?, seguramente te preguntarás. Es un tipo de pensamiento originado en Japón hace mil años y que plantea la siguiente interrogante: ¿CUÁL ES TU RAZÓN DE SER? O sea, ¿qué es aquello que te impulsa a levantarte cada mañana? De acuerdo con esta lógica, la sumatoria de las pequeñas alegrías de la vida volverá más plena tu existencia.

Francesc Miralles, autor del libro “El método Ikigai”, asevera que si identificamos aquello para lo que somos buenos (digamos, generar ideas creativas) y que a la vez nos causa placer realizarlo, con gusto lo llevaremos a cabo en beneficio propio y de los demás. Las repuestas a las siguientes peguntas nos permitirán identificar nuestro Ikigai personal: 1) ¿Qué es lo que más disfruto hacer?, 2) ¿En qué soy realmente bueno?, 3) ¿Qué necesita el mundo de mí?, 4)  ¿Qué cosas son aquellas por las que podrían pagarme?, 5) ¿Cuál es el hilo conductor de mis respuestas anteriores? Esta última respuesta será tu Ikigai. ¡Inténtalo!

DESARROLLA TU INTELIGENCIA INTERIOR

Howard Gardner, profesor de la Universidad de Harvard, desarrolló en los años ochenta la Teoría de las Inteligencias Múltiples, que hizo añicos la idea de que para ser considerado inteligente se requiere echar mano de la razón y la lógica. Gardner indicó que el asunto es más complejo de lo que parece, ya que las personas poseen diferentes tipos de inteligencia y no solamente una. Por ejemplo, alguien que aprendió a tocar la guitarra o el piano sin haber tomado una sola lección se distingue por su inteligencia musical, una de las ocho existentes. Las otras son: la visual-espacial, la verbal-lingüística, la corporal-kinestésica, la lógico-matemática, la naturalista, la intrapersonal y la interpersonal. De acuerdo con Gardner todos poseemos las ocho en diferente grado y podemos elevarlas con un entrenamiento adecuado.

La teoría de Gardner viene a cuento porque dos de las ocho inteligencias resultan de importancia vital en el mundo empresarial: la interpersonal, que nos ayuda a relacionarnos mejor con otros, y la intrapersonal, que nos ayuda a conocernos a nosotros mismos. “La inteligencia interpersonal – explica el catedrático – permite comprender y trabajar con los demás; la inteligencia intrapersonal permite comprenderse y trabajar con uno mismo”.

Una característica distintiva de la inteligencia intrapersonal es la capacidad de sintonizar con las emociones propias, de ahí que Daniel Goleman, pionero en el estudio de la inteligencia emocional, la considere un componente fundamental de la misma. “El conocimiento de uno mismo, es decir, la capacidad de reconocer un sentimiento en el mismo momento en que aparece, constituye la piedra angular de la inteligencia emocional”, apunta al respecto.

DE LA INTELIGENCIA INTRAPERSONAL AL AUTOCONOCIMIENTO

Una de las competencias laborales basadas en la inteligencia intrapersonal es el Autoconocimiento, al que Goleman describe como la conciencia de uno mismo. La personas que poseen este talento son capaces de reconocer sus estados de ánimo y se comportan de la siguiente manera:

“Son personas cuya claridad emocional impregna todas las facetas de su personalidad; personas autónomas y seguras de sus propias fronteras; personas psicológicamente sanas que tienden a tener una visión positiva de la vida; personas que cuando caen en un estado de ánimo negativo no le dan vueltas obsesivamente y, en consecuencia, no tardan en salir de él. Su atención, en suma, les ayuda a controlar sus emociones”.

Si retomamos el dicho “Puedes llevar a abrevar al caballo, pero no lo puedes obligar a beber”, podríamos afirmar que, en efecto, no puedes obligarlo, pero algo que sí puedes hacer es ayudarlo a que reconozca la importancia de beber en el momento oportuno. En términos laborales, si deseas estimular la motivación intrínseca en tu equipo de trabajo, deberás desarrollar en ellos dos competencias: el Autocontrol y la Autoconfianza, variantes ambas de la inteligencia intrapersonal.

¿A qué nos referimos con Autocontrol? En su libro “Competencias integrales”, Johnny Tarcica y Marco Masis definen a esta habilidad como la “capacidad del individuo de controlar las emociones e impulsos propios para adecuarlos a situaciones o circunstancias”. Si nos dejamos llevar por la emoción, es muy probable que acabemos diciendo cosas de las que luego nos arrepentiremos: “No debí tachar al licenciado Cisneros de necio e impertinente; ahora me doy cuenta de que el insolente fui yo por decirlo al calor del momento”.  Desarrollar la competencia de Autocontrol supone entonces hacerse al hábito de primero pensar lo que vamos a decir y optar por decirlo o no en función de aquello que nos resulte más conveniente.

En su obra “Gestión por competencias”, la argentina Martha Alles explica que una señal de autocontrol emocional es cuando nos resistimos a ‘engancharnos’ si alguien nos lanza una frase hiriente con el fin de provocarnos. Goleman, por su parte, sugiere recurrir al autocontrol emocional para domar nuestros impulsos agresivos. “Las personas que poseen esta habilidad – comenta – suelen ser más productivas y eficaces en todas las empresas que acometen”.

AUTOCONFIANZA Y CAPITAL PSICOLÓGICO

Como indiqué antes, la Autoconfianza es otra competencia asociada a la inteligencia intrapersonal, y consiste en sobrellevar con aplomo los retos de la vida cotidiana. Podríamos decir que es una vacuna contra el pesimismo, por tratarse de una actitud mental positiva que nos faculta a superar los miedos y a creer en nosotros mismos. Si nuestros colaboradores tienden a doblar las manos ante las exigentes demandas del mercado, es menester alentarlos a vivir los momentos críticos con soltura y entereza. En la medida en que aprendan a valorar sus aptitudes y fortalezas, y a reconocer sus áreas de oportunidad y crecimiento, sus contribuciones al equipo de trabajo se elevarán de manera exponencial.

Cristina Simón, directora de talento humano del grupo Indetex, del que forman parte empresas tan exitosas como Zara, Massimo Dutti y Bershka, plantea que las nuevas tendencias organizacionales encuentran sustento en un recurso que ella considera primordial: el capital psicológico, como da en llamar al conjunto de características positivas de personalidad que desplegamos en nuestra vida profesional. Aquellos que son dueños de un capital psicológico son individuos estrechamente conectados con su mundo interior y en clara sintonía con su bienestar.

Henry Ford, el legendario creador de las líneas de ensamble, sentenció en una ocasión: “Ya sea que creas que puedes, o que creas que no puedes, tienes toda la razón en ambos casos”.  El secreto, pues, estriba en creer en ti mismo si quieres aportar tu granito de arena a la creación colectiva . Si juntos creemos y creamos, podremos entonces marchar con pulso firme, y con la mente en alto, por el sendero del éxito.

ESCRITO POR:

  1. RAÚL ERNESTO GONZÁLEZ PINTO, Consultor en ESTRATEGIAS DE CAMBIO organizacional y capital humano