
La moda de la contaminación.
Por Morita Salas.
¿Sabes cuánto contamina la ropa que usas?
En estos días de ofertas de fin de temporada, ¿Cuántos de ustedes se tentaron con las rebajas y compraron una nueva prenda, que tal vez ni siquiera necesitaban? Probablemente, muchos. Por eso hoy quiero aprovechar para hablar sobre la llamada “fast fashion” y por qué deberíamos comenzar a tener más consciencia no sólo de nuestras acciones en el día a día, sino también en lo que llevamos puesto.
Según la ONU, la industria de la moda es la segunda más contaminante del planeta: produce más emisiones de carbono que todos los vuelos y transportes marítimos internacionales juntos.
¿Qué es fast fashion?
El concepto de fast fashion, o moda rápida, se refiere a los grandes volúmenes de ropa producidos por la industria de la moda, en función de las tendencias y una necesidad inventada de innovación, lo que contribuye a poner en el mercado millones de prendas y fomentar en los consumidores una sustitución acelerada de su inventario personal. En los últimos años ha multiplicado su producción, y ha pasado de producir dos temporadas a producir más de seis, para ofrecer cada dos meses nuevas piezas y tendencias a un consumidor que tira la ropa en la mitad del tiempo que hace quince años.

La fast fashion provoca que se introduzcan al mercado muchas colecciones de ropa “en tendencia”, durante lapsos breves. Así, se sigue este modelo de producción donde se fabrican prendas con materiales de baja calidad para asegurar un precio barato, por lo que incluso podríamos hablar de ropa prácticamente desechable. Además, su velocidad de manufactura repercute en su escasa durabilidad.
El consumismo es uno de los mayores responsables de la proliferación de este tipo de prácticas. Una de las consecuencias de esto es la producción en masa, en contraste con el tiempo de utilización de la ropa, que es muy corto.
La socióloga Carmen Pérez, de la Universidad Autónoma Metropolitana (UAM) Xochimilco, ha llamado a este comportamiento social como un estado permanente de deseo: “los consumidores se vuelven adictos, todo el tiempo dispuestos a comprar algo nuevo, sus adquisiciones no son por necesidad, sino por placer”.
Según un estudio realizado por ClosetMaid, una mujer contiene en promedio 100 prendas de vestir en su closet y de ellas al menos el 21% no se las pondría.

El impacto ambiental de la fast fashion
Como hemos visto, la fast fashion tiene implicaciones negativas, pero una de las consecuencias más nocivas se centra en su impacto en el planeta.
La industria de la moda es la segunda mayor contaminante en el mundo, sólo después del petróleo, siendo responsable del 10% de las emisiones de carbono.
¿Sabías que se necesitan en promedio 9.800 litros de agua para producir un solo par de jeans? Y ¿2.700 litros de agua para hacer sólo una playera de algodón? De hecho, se utilizan más de 200 mil millones de metros cúbicos de agua para la producción anual de algodón, y esto a su vez termina contaminando 50 mil millones de metros cúbicos. Y todavía faltaría sumarle el consumo de energía, las emisiones de carbono, el uso de tintes químicos tóxicos o los pesticidas de los cultivos.
Si la tendencia a la alza continúa, para 2050 se triplicaría el consumo de petróleo a 300 millones de toneladas para producir ropa.
¡Actuemos contra la fast fashion!
Hoy quiero invitarlos a hacer lo siguiente… la próxima vez que estén tentados de comprarse algo nuevo pregúntense antes:
- ¿Realmente lo necesito?
- ¿Tengo algo similar en mi clóset?
- ¿Podría comprarlo en una tienda de segunda mano?
En el sentido de reusar y revender, también es común cada vez más en redes sociales y marketplaces encontrar bazares virtuales de segunda mano, en los que se oferta la ropa de poco uso a precios más accesibles y así se logra extender la duración de las prendas.
De igual manera, revisa tu armario, quizá haya prendas que ya no uses y puedan ser donadas. Para eso busca emprendimientos u organizaciones locales que recolecten ropa. Organiza con tu familia y amistades una especie de bazar en el que intercambien sus prendas.
¿Has pensado que quizá ya no usas un suéter porque se descosió? ¡Aprende a repararlo! Sobre todo, evita tirar ropa en buen estado y comprar solo porque se ha lanzado una nueva colección.

En México, según datos del Centro Mexicano de Derecho Ambiental (CEMDA), tan sólo el 5% de la ropa se recicla.
Se estima que si el sector de la moda cambiara su modelo de producción en favor del ambiente y en beneficio de sus trabajadores, es decir, al dejar atrás la fast fashion, habría un beneficio económico global de 192 mil millones de dólares, información que nos da mucho para pensar no creen.
Les confieso que yo también me dejo llevar por esas ofertas, porque realmente son a muy bajo costo y es algo muy tentador, pero después de hacer un análisis e investigación sobre esta industria, pensaré 3 veces más antes de realizar una compra.
Los invito a hacer consciencia porque estoy segura que el camino hacia un futuro sostenible comienza con un consumo responsable.