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Nuestro querido México, tiene bellezas de todo tipo, entre ellas la biodiversidad con la que contamos en las regiones de nuestro país.

El mal trato al que sometemos a los animales no humanos ha sido asunto de preocupación y denuncia desde la antigüedad hasta nuestros días. En las últimas décadas, por razones socioculturales, han aumentado el interés y la sensibilidad orientados a corregir ese daño innecesario a vidas no humanas: se han formado tanto iniciativas ciudadanas (creación de asociaciones y protectoras de animales, recogidas de firmas, manifestaciones) como académicas (elaboración de charlas informativas, debates, artículos y bibliografías) destinadas a defender la vida animal.

 Desde un punto de vista filosófico, los derechos de los animales no humanos deberían considerarse, como dice Nussbaum, a la naturaleza como un todo y, por ello mismo, considerar que todas las criaturas son seres merecedores de respeto y admiración. 

Aristóteles consideraba que a todos los seres naturales les pertenece una determinada naturaleza que solo puede desarrollarse si cuenta con las necesidades y recursos necesarios: es decir, para que un anfibio anuro en potencia -larva o renacuajo- pueda llegar a actualizarse en tanto que rana (pueda potenciar su esencia), necesita ciertas condiciones tales como el agua, la luz, el calor del sol y los alimentos.

Por lo que es importante promover la idea de que hay algo en común que caracteriza a todos los seres vivos: el hecho de que todos están dotados de ciertas capacidades que, potenciándolas, permiten la realización de cada ser. En este sentido, solo una vida que pueda actualizar sus capacidades (esto es, que pueda florecer), será una vida plena, satisfactoria y feliz. Desde esta perspectiva, se juzga como algo no solo moralmente malo, sino también como algo injusto, el hecho de que, a una criatura viva, dotada de ciertas capacidades innatas para actualizar determinadas funciones valoradas como importantes y buenas, no se le permita poder realizarlas. Este impedimento, esta negación de necesidades vitales, es un tipo de daño, de muerte prematura: la muerte de un tipo de florecimiento.

Los animales no humanos son capaces de llevar una vida digna, como afirma el Tribunal Superior de Kerala (estado de la India). El concepto de dignidad es el enfoque de las capacidades, reconoce el alcance de la inteligencia de muchos animales no humanos y es capaz de concebir la racionalidad como una característica más de la animalidad. El enfoque concibe a los animales como seres activos que tienen un bien; como agentes y sujetos; como seres que son fines en sí mismos, de lo que se deduce que tienen el derecho a poder realizar o actualizar ese bien. La idea de la dignidad, entonces, se relaciona estrechamente con la idea de las capacidades, con aquello que cada ser es efectivamente capaz de ser y hacer. En este sentido, si una vida floreciente es una vida plena y feliz, aquella vida que no pueda desarrollar sus actividades vitales será una vida no-plena, no-feliz, no-digna de ser vivida.

Es importante la admiración por la vida de un ser vivo hacia la idea de que es bueno que ese ser persista y florezca como la clase de cosa que es. 

Debemos consideración moral a los animales no humanos, y ésta compete al ámbito de la justicia social. Partiendo de la misma admiración por toda forma de vida animal, y adaptándola éticamente, se ofrecería un modelo con el fin de hacer justicia a la complejidad de las vidas animales y a sus esfuerzos por florecer. 

Es importante concientizarnos de los múltiples tipos de relaciones que experimentamos diariamente con miembros de otras especies animales (bien relaciones de interacción que implican simpatía, preocupación y receptividad, o bien relaciones que se basan única y exclusivamente en la manipulación, la crueldad y la indiferencia humana hacia sus vidas). Aunque la capacidad de ciertas y diversas formas de reciprocidad e interacción está presente solo en algunos animales, el trato cruel se extiende de manera más global a las diferentes formas de la vida animal. Estas relaciones, recíprocas o no, se dan en el marco de la comunidad social y, si esto es así, debe ser importante, pues, pensar que estas relaciones deberían estar reguladas por el principio de la justicia y no por la guerra, la supervivencia y el poder que, en gran parte, impera actualmente. 

México, debe tener más legislación, y por supuesto aplicarla, en la relación que debemos tener con los seres vivos en nuestro territorio, porque formamos todo un conjunto, una variedad que no podemos estar aislados ni deteriorándonos, porque al final salimos y estamos saliendo perjudicados en nuestro medio ambiente y en el cambio climático que se está presentando y que cada día nos demuestra con fenómenos naturales su inconformidad con ese trato enfocado únicamente al beneficio económico.

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