
Annie Ernaux
la ganadora del Nobel de literatura 2022
Casi para finalizar el 2022 supimos la noticia de que Annie Ernaux fue la galardonada por la Academia Sueca con el Premio Nobel de Literatura. Fue sorpresa para muchos, ya que es la primera vez que se otorga a una mujer francesa –antes de ella quince escritores franceses lo habían obtenido–, pero la sorpresa ya no es como en otra época, sólo porque fuera mujer, sino porque es la primera vez que gana una representante de un género literario que ha crecido las últimas décadas: la autobiografía.
Como paréntesis les cuento que durante siglos se desdeñó la escritura íntima: diarios, memorias, confesiones, autobiografías. Eran “subgéneros” que no se consideraban obras artísticas y que cobraban importancia como “obras complementarias”, es decir, cuando un autor (en el caso de la literatura), ya famoso, dejaba que se publicara una de las arriba mencionadas para que sus aficionados lectores encontraran, además de sus libros, mayor información familiar, amorosa, reflexiva, en fin, personal. Lo mismo pasaba con artistas de otras disciplinas o personas públicas (reyes, políticos o famosos de cualquier ámbito): los textos autobiográficos eran interesantes por la información que aportaban y no por la manera en que estaban escritos.
Hace poco más de dos décadas la escritura autobiográfica o autoficcional fue tomando fuerza al ser elegida cada vez por más autores y autoras como forma narrativa. Ha sido común desde entonces que narren en primera persona y que basen en historias biográficas sus novelas y cuentos. Algunos críticos dirían que esta forma se ha propagado de manera excesiva. A otros no les gusta nada. Sin embargo, a consideración de la crítica, Annie Ernaux es una de las autoras que durante muchos años –prácticamente toda su carrera– ha desarrollado la autoficción de manera ejemplar.
Dicen los que han analizado su obra desde sus inicios, que en su caso no es un recurso meramente estético sino una decisión ética. Yo agregaría, como ella misma dijo en su discurso de entrega del premio, que ha sido una cuestión política.
“Así, en ese primer libro, publicado en 1974, sin que fuera entonces consciente, se encontraba definida el área en la que ubicaría mi trabajo de escritura, un área a la vez social y feminista. Vengar a mi raza y vengar a mi sexo serían una sola y misma cosa a partir de entonces.”
“Seguir diciendo ‘yo’ me resultaba absolutamente necesario. La primera persona –esa por la cual, en la mayoría de las lenguas, existimos nosotros, en cuanto aprendemos a hablar, hasta la muerte– es considerada a menudo, en su uso literario, como narcisista porque remite al autor, porque no se trata de un “yo” representado como ficticio. Es bueno recordar que el «yo», hasta entonces privilegio de los nobles que contaban elevados hechos de armas en sus Memorias, es en Francia una conquista democrática del siglo XVIII, la afirmación de la igualdad de los individuos y del derecho a ser sujeto de su propia historia, como reivindica Jean-Jacques Rousseau en su primer preámbulo a las Confesiones: ‘Y que no se objete que por ser un hombre del pueblo no tengo nada que decir que merezca la atención de los lectores. […] Sea cual sea la oscuridad en que yo haya podido vivir, si he pensado más y mejor que los reyes, la historia de mi alma es más interesante que la de las suyas’.”
(Fragmentos del discurso al recibir el Premio Nobel de Literatura en noviembre 2022).

Annie Ernoux fue hija de campesinos y uno de sus primeros instintos fue escapar de ese origen pueblerino. Estudió literatura, pero sabiendo que sus padres hacían un sacrificio para que ella pudiera aspirar a un futuro lejos de esa vida de campo. Y si bien lo consigue, estará consciente de que es posible cambiar de escala social, pero confrontando precisamente ese origen del que intenta alejarse (y con el que pronto se reconciliará en su propia literatura). Por esta experiencia de vida, en su obra son claras algunas de sus constantes: su interés por hablar de las diferencias de clase, género y raza, es decir, desde una postura conscientemente feminista, en radiografías sociales que parten de sus propias vivencias.
Su vida es, por tanto, su propia materia literaria. Habla profundamente de su cuerpo en la novela El acontecimiento, donde narra un aborto clandestino cuando era estudiante. Narra la historia de una chica campesina que sale de su casa a estudiar en Los armarios vacíos. En La ocupación se propone el ejercicio de realizar un diario que la libere de cualquier mentira, y en él examina una etapa terrible de celos cuando la deja un amante por otra mujer. Ahonda en el deseo femenino en relaciones peligrosas y poco sanas emocionalmente en Pura pasión y Perderse. Y en ese mismo estilo radiográfico, habla de la vida y orgullo obrero de su padre en El lugar, y en el libro Una mujer, dedica la narración al Alzheimer de su madre, a su relación filial, de amor y dolor.
¿Cuál de ellas recomendamos? Cualquiera de las mencionadas y las que me faltan. En verdad, da gusto que con este premio se reivindique un género literario que ha tenido tanto asegunes, y también se siga poniendo el dedo en el renglón de las desigualdades entre géneros desde la literatura.
Un comentario Agrega el tuyo