
Don Goyo
Volcán Popocatepetl
Por: Morita Salas
El Popocatépetl como todos los volcanes, se formó de alguna de las dos formas posibles: debido al continuo movimiento de las placas de la corteza terrestre, o bien, por la expulsión de líquido incandescente que debe ser liberado de la Tierra de alguna manera. Sin embargo, nuestro querido Popo tiene su propia historia y es única, además, es sobre el amor, la protección y la grandeza de un héroe.
El Popocatépetl es un volcán activo localizado en México. Tiene una altitud de 5400 metros sobre el nivel del mar. Se encuentra en los límites territoriales de los estados de México, Morelos y Puebla. Se localiza unos 72 km al sureste de la Ciudad de México, a 43 km de Puebla, a 63 km de Cuernavaca, y a 53 km de Tlaxcala. Los estudios paleomagnéticos que se han hecho de él indican que tiene una edad aproximada de 730,000 años. Su altura es de 5,500 m s. n. m., es de forma cónica, tiene un diámetro de 25 km en su base y la cima es el corte elíptico de un cono y tiene una orientación noreste-suroeste. La distancia entre las paredes de su cráter varía entre los 660 y los 840 m.
Su nombre, proveniente de la lengua náhuatl, compuesto por popōca «humear» y tepētl «montaña, cerro», en conjunto significa «montaña que humea», debido a su ya constante actividad desde la época prehispánica.

La leyenda de los volcanes Popocatépetl e Iztaccíhuatl
Además de ser la segunda y tercera montañas más altas de México, este par de volcanes se refieren a una leyenda que involucra al amor que había entre los dos. Cuenta la historia que estos son, en realidad, una doncella y un guerrero, ambos tlaxcaltecas. Ella, Iztaccíhuatl, era la princesa más inteligente y bonita jamás vista quien se enamoró de Popocatépetl, un guerrero bravío e, igual que ella, apuesto como ninguno.
El amor entre ellos surgió tras verse por primera vez. Así, Popocatépetl pidió la mano de la princesa al cacique del pueblo, que era el padre, éste la concedió siempre y cuando él no descuidara su tarea principal: proteger al pueblo tlaxcalteca cada que lo necesitara, pues era parte del ejército del lugar. Sin embargo, la promesa se tornó real cuando el pueblo entró en guerra con sus enemigos acérrimos, los aztecas. Entonces, el cacique le dijo al guerrero que si regresaba con vida podría casarse con Iztaccíhuatl apenas pisara suelo tlaxcalteca.
Con la mano de la princesa en promesa y la salvación del pueblo a cuestas, Popocatépetl partió a la batalla, mientras ella esperaba con temor y toda su esperanza puesta en él. Tras un tiempo de nerviosismo, un rival de Popocatépetl que también estaba enamorado de Iztaccíhuatl y que era parte de los guerreros, volvió un poco antes con algunos compañeros. En cuanto pudo, le dijo a la doncella que su amado había perdido la vida en batalla, incluso le contó una historia absurda respecto a su fallecimiento, pero todo era una mentira nacida a raíz de los celos que éste tenía del amor irrompible de Popocatépetl e Iztaccíhuatl y de las habilidades guerreras de Popo.

La noticia devastó a la doncella, quien impulsada por la tristeza y la desesperación, se lanzó a llorar hasta que murió. La tristeza la mató frente a los ojos de su familia y del propio rival, quien aparentemente, no se arrepintió, ni siquiera al saberla fallecida. No obstante, la noticia no llegó a Popocatépetl sino hasta que regresó de la batalla, misma que fue ganada por el pueblo tlaxcalteca. Él regresó lleno de felicidad por la victoria, celebrando con los demás y enamorado y dispuesto a casarse con Iztaccíhuatl, pero el cacique y la familia le dieron la fatídica noticia: la doncella de su corazón había fallecido de tristeza por creerlo muerto.
Inmediatamente, Popocatépetl cayó en una profunda depresión que lo orilló a vagar por las calles abatido en cada paso buscando la manera de honrar a su amada y al gran sentimiento que había entre ellos, por lo que encontró la manera más ostentosa y sincera de hacerlo. El guerrero mandó construir una tumba bajo el Sol juntando 10 cerros para formar una montaña enorme. Cuando estuvo lista, tomó a Iztaccíhuatl en sus brazos y subió la montaña. Una vez en la cima la besó por última vez y la recostó para sentarse a su lado a velar su sueño eterno, así que encendió una antorcha y se arrodilló hasta su propia muerte. Desde entonces permanecen juntos. Con el paso del tiempo, la nieve cubrió sus cuerpos y estos se convirtieron en dos volcanes llenos de lava que representa el inquebrantable amor que se tienen y, de hecho, cada que el guerrero Popocatépetl recuerda a su amada, el suelo tiembla y emerge de su interior un poco (o mucha) lava representando el gran cariño que le tiene a Iztaccíhuatl, y su antorcha se enciende para avivar su amor. Es por ello que el Popo es un volcán activo, mientras que el Izta está apagado.
Don Goyo
Pero sin duda, la leyenda más difundida y con mayor fuerza entre los pobladores tiene su origen en Santiago Xalitzintla, localidad en Puebla en la que un hombre llamado Antonio paseaba en las faldas del volcán cuando era un niño. Ahí se topó con un señor quien se presentó como Gregorio Chino Popocatépetl quien le confesó ser el guerrero tlaxcalteca. Antonio, incrédulo, le preguntó el motivo por el cual se le presentaba, y le contestó que se grabara bien su cara y nombre, pues se le aparecería cada que se avecinara una erupción o bien, para anunciarle la expulsión de fumarolas. Esto ayudaría a que los habitantes tomaran precauciones al respecto.
A Antonio le dieron el mote de “tempero”, es decir, aquel que recibiría el anuncio de la actividad volcánica por parte de Popocatépetl en persona. Así que de vez en cuando, el hombre avisaba a las personas que se acercaba una expulsión de lava o cenizas y todos se aseguraban, así como a sus hogares. Al fallecer Antonio, sus descendientes hacían rituales para comunicarse con Gregorio Chino Popocatépetl, a quien empezaron a llamar Don Goyo, en señal de respeto por la edad adulta que lucía y el cariño que le tomaron por anunciar sus movimientos. Entonces, ellos y otros que aprendieron a comunicarse con el volcán se hicieron llamar también temperos, pero de acuerdo a la tradición, son seres elegidos por el propio Popocatépetl. En agradecimiento por su confianza, los temperos le ponen ofrendas para celebrar su vida y de paso, pedir lluvias y buen clima, en especial cada 12 de marzo, Día de San Gregorio Magno. A las faldas del volcán le dejan flores y alimentos, al igual que inciensos y algunas artesanías hechas por ellos mismos. Durante la fiesta, la gente se organiza para llevar flores, mole de guajolote, arroz y bebidas alcohólicas, además de otros obsequios que se pudieran sumar, como cigarros, ropa, sombreros, dulces y varias cosas más. Como en la mayoría de cumpleaños, también se lleva a cabo la entonación de las mañanitas.

Los pobladores del lugar han mencionado que el Centro Nacional de Prevención de Desastres (Cenapred) no les permitió este año (2023) subir para ofrendar y celebrar al Popocatépetl. Según sus creencias, esto sería el motivo por el cual el volcán se encuentra lanzando material constantemente, ya que está “enojado”, aunque los festejos se realizaron en las calles del poblado y no en el lugar acostumbrado.
Don Goyo es imponente. Está ahí con su cráter mirando al cielo desde hace centenares de años, cuidando a las comunidades que le rodean.