De Técnicos y Rudos

De Técnicos y Rudos: tradición luchística en la Comarca Lagunera


Edición: Laila Ruiz

La lucha libre en México se vive como un auténtico vendaval de emociones, y en septiembre, cuando se celebra el Día Nacional de la Lucha Mexicana, el ring se pone más al rojo vivo que una salsa casera de esa que le echan a los duros preparados.

En esta tierra de plata y fierro viejo, donde el sol pega más fuerte que los golpes de los rudos, nuestra bella Comarca Lagunera, la tradición de los enmascarados y las patadas voladoras corre por nuestras venas como agua de melón o de sandía en temporada. Aquí, los aficionados somos más apasionados que una serenata en la madrugada, somos de los que damos el grito más fuerte, “no me dolió” cuando nos madreaba nuestra jefa, volteamos todos los tazos de un chingadazo, matamos a Rugal con un peso, terror de las piñatas y de los cuadriláteros que hacemos temblar de júbilo o a mentadas de madre.

En varios barrios de la zona metropolitana lagunera podemos encontrar un rinconcito sagrado en donde los técnicos y los rudos se enfrentan en batallas épicas. Y es que no por nada se dice que la Comarca Lagunera es semillero de talentos nacionales de la lucha libre.

Ahí tenemos a los técnicos, esos ídolos queridos, los buenos de la película, los que llevan la justicia en la sangre y los movimientos más espectaculares. ¿Pero qué sería de un técnico sin un rudo? No podemos olvidarnos de esos personajes pintorescos, con máscaras siniestras y movimientos arteros, que hacen que nuestras gargantas se sequen de tanto abuchear. ¡Son los cueritos de nuestros tacos dorados, el chicharrón prensado de nuestra gordita!

Y no podemos dejar de mencionar a los referees, esos compas que –por más bonachones que se vean– son los que mantienen el orden en el ring, los que cuentan las caídas como si fueran chismes de barrio, los que contienen también al enardecido público. ¡Qué trabajo tan intenso, mi gente, estar al pie del cañón en cada pelea!

Desde los luchadores más famosos hasta los novatos que buscan un lugar en la historia, todos son parte de esta tradición que nos une y nos hace sentir orgullosos de nuestra tierra. ¡Qué vivas se sienten la emoción, la fuerza, y la camaradería en cada lucha!

Los luchadores son más que simples atletas, son auténticos campeones en el arte de entretener. Con sus máscaras relucientes y trajes extravagantes, nos transportan a un mundo de fantasía y honor.

Así pues, adentrémonos en este universo paralelo lleno de máscaras, cabelleras, patadas voladoras y llaves retorcidas que nos mantienen al borde del asiento y con un tapete de cáscara de semillitas a nuestros pies.

Conozcamos juntos la historia de tres superhéroes laguneros de barrio que, sin capa ni rayos láser, se convierten en ídolos que nos recuerdan que siempre hay que levantarnos de la lona, aunque creamos que no podemos más.

Su mundo, sus reglas: King Star Jr.

Hijo de King Star y nieto del Halcón Suriano, referente luchístico en la Comarca Lagunera, seguramente la primera vez que King Star Jr. pisó una arena fue todavía en brazos.  

Empezó a entrenar desde los 15 años, pero no fue hasta que terminó su carrera universitaria que se metió de lleno al mundo de este apasionante deporte ahora desde la tercera cuerda del ring. “Quiero subir nada más para que mi papá me vea, y ya. Pero pues me subí y no me he bajado desde entonces”.

En cuestión de lucha libre, la escuela lagunera es de las más importantes del país. No hay arena que duerma un domingo ante los gritos y la emoción del público que se reúne a disfrutar de este gran espectáculo.  King Star Jr. viene dedicándose profesionalmente a esto desde hace 8 años, trayectoria que lo ha hecho acreedor a cabelleras, a haber apostado su máscara sin perderla, a varias ruletas de la muerte, a pelear el Torneo Cibernético, a colocarse como Campeón Ligero del Norte, que es el campeonato más longevo de la Comarca Lagunera, entre otros.

Además de la de Dios, todos los luchadores cuentan con una licencia que los avala. Para obtenerla hay que pasar por una serie de exámenes físicos que demuestran si eres apto para este deporte. Este documento se renueva cada año.

La preparación antes de cada encuentro se realiza religiosamente: confirmar que no haya alcohol o drogas en el cuerpo, también que el luchador esté en buena condición física. Recordemos que, más que un espectáculo, es un deporte de contacto físico.

Como si se tratase de cualquier otra profesión, la lucha libre exige mantener en constante preparación a tu cuerpo, además de compromiso y disciplina para nunca dejar de aprender, y muchas veces la paga es solamente sangre, sudor y sacrificio. Cuestión de levantarse, sacudirse y volver a empezar. Cada día es una nueva oportunidad.

King Star Jr. parafrasea un dicho que le escuchó alguna vez a su tío -–uno de los tantos tíos luchadores que tiene–-: “Lo que tú le des a la lucha libre, la lucha libre te lo va a regresar”. El luchador lagunero lo experimenta en carne propia cada vez que un niño llega corriendo a darle un abrazo y a obsequiarle un dibujo garabateado que es la representación de él, otro superhéroe de carne, hueso y máscara.

Su sueño es regresar a luchar a California, Estados Unidos. Mientras tanto ya tiene una fecha para octubre en Colombia. Además, quiere lanzar una moneda al aire y ver si casca: convertirse en el próximo Campeón Absoluto del Norte. Mientras tanto, un cinto más y a ver qué mascarita se le atraviesa por ahí…

El mejor consejo que este ícono lagunero puede darle a sus seguidores es que hagan ejercicio, que practiquen cualquier deporte, aunque, claro, él recomienda la lucha por ser un deporte muy completo en el que brincas, saltas, corres. Y también que vayan a ver las luchas en vivo, “porque muchas veces no creen en este deporte o se les hace fácil decir que no es verdadero, pero pues los golpes a mí sí me duelen… jajaja”.

Si quieres seguir los pasos de King Star Jr. y enterarte de sus próximos encuentros, búscalo en redes sociales como King Star New Era.

Panda, el señor justicia entre el amor y el odio

Uno de los roles más picudos y emocionantes en el mundo de la lucha libre es el de los referees. Sí, esos compas que andan por el ring, generalmente vestidos de riguroso negro, con mirada avizora y silbato listo para mantener el pancracio en orden. Y es que imagínate estar en el centro de toda la acción, a nada más y nada menos que unos pasitos de distancia de los luchadores más rifados.

Aunque los referees tienen una chamba de poca madre, también es todo un reto. Aquí no hay “tiempo fuera” ni descanso, es estar en el mero ojo del huracán de emociones donde hay que mantenerse más alerta que cuando te dicen que ya pusieron los tamales en la mesa. Cada movimiento cuenta, las caídas se cuentan más rápido que los chismes en el barrio y hay que mantener el orden para que no se arme peor el relajo.

Tal como en el de los superhéroes, en este mundo también siempre vas a tener a algunos a favor y a otros en contra. Hugo Llanas, mejor conocido como El Panda, lo tiene muy claro. Es referee desde hace 8 años, aunque su affaire con este deporte inició desde muy pequeño, siendo niño, yendo a la lucha como afición. Conforme fue creciendo también lo hizo su curiosidad, fue entonces que empezó a entrenar para posteriormente convertirse en el Señor Justicia del ring. “Ser referee no es un trabajo, es un gusto, una pasión. Cuando te gusta hacerlo, te diviertes mucho ahí arriba”.

La Comarca Lagunera es un gran semillero de luchadores, tenemos a Fishman, Blue Panther, Mano Negra, a quienes El Panda ha visto nacer, crecer y triunfar ahora en las grandes arenas. Y es que, aunque todas las luchas son especiales, hay unas que sin duda tienen algo que las convierte en inolvidables como cuando a El Panda le tocó referear a L.A. Park, a Blue Demon y al “Patrón”, Alberto del Río.

Si hay algo que tienen en común la vida misma con el ring son los claroscuros. Un día estás en la tercera cuerda y al siguiente segundo ya estás sobre la lona. Hugo nos platica uno de los momentos más agridulces que ha vivido a lo largo de esta profesión, y es que hace más de un año le tocó referear una importante lucha aquí en la ciudad, con invitados de la talla de Cibernético, El Tejano, La Familia Real, los L.A. Park, Brandon Lee, entre otros. Un día soñado para El Panda, quien siempre quiso trabajar en el Auditorio Municipal, el monstruo de la lucha, a donde tantas veces fue siendo un niño que soñaba en convertirse en el próximo Santo. El mismo día que su sueño se hizo realidad falleció su papá. Sin embargo, eso habla del compromiso y la pasión que tienes por tu trabajo y por la vida, honrando a quienes se nos adelantan en el camino haciendo lo que nos toca: seguir viviendo y cumpliendo sueños.

No todo son golpes, tanto en la vida como en el ring. También hay camaradería, bromas y chismes que vuelan como cuerpos por los aires. Los referees son parte de la familia luchística y comparten risas y bromas con los luchadores, aunque al calor de los encuentros tengan que poner orden como verdaderos mandamases.

El Panda es de la idea de que Dios pone los caminos y, conforme va caminando, va logrando sus metas; y si en algo es experto, además de contar caídas, es en hacer de su trabajo una pasión. Su consejo es disfrutar el trabajo, hacerlo con pasión y diversión para siempre dar el plus.

No se hurta, se hereda: el legado de Ministro II Jr.

Desde que tiene memoria, este rudo, rudo, ruuuuudo, de la Lucha Libre lagunera ha estado en el ambiente de este apasionante deporte: mamá, papá, tío abuelo, tíos, tías, primas, han sido todos luchadores. Sí, así con todo y que pudiera considerarse que para pertenecer a este medio se necesita estar un poquito “zafado”, ¿no? Y es que no cualquier persona se anima a andar por ahí azotándose, golpeándose o simplemente girando por los aires.

Desde hace 10 años, próximamente 11 en noviembre, Ministro II Jr. se dedica a la lucha profesional, honrando a su padre que está por cumplir 40 años dedicándose a este tradicional deporte y a su tío abuelo, El Monje Negro, de las épocas doradas de El Santo y quien fuera el iniciador de este sello de familia.

Ruda, ruda, ruda de corazón, la familia de Ministro se ha caracterizando tanto en la Laguna como a nivel nacional como luchadores fuertes que no le sacan a los trancazos. Y es que esa es la parte fácil cuando hay disciplina, voluntad y, sobre todo, pasión por el deporte; que lo ames en verdad, ya que la recompensa, más que económica, es de satisfacción personal. Portar una máscara te transforma y desde ahí comienza la magia.

Este icónico luchador lagunero nos platica que la parte más difícil del deporte no son los golpes, sino, como en muchas otras profesiones, el tiempo y perderse o dejar a medias muchas convivencias familiares. Y para eso también se necesita preparación mental. Y es que no porque los vea usted rudos, piense que no acá… Los luchadores también lloran. Sin embargo, estos malos ratos se contrarrestan un poco cuando regresan a casa con el título de una categoría más alta o simplemente con la victoria de la noche. ¿Y es que a quién no le va a dar orgullo ver a su papá, hijo o hermano ser reconocido y trascender? Esas son las satisfacciones que le quedan a la familia de cualquiera que practique este emocionante deporte.

Así lo describe Ministro II Jr.: “Cuando portas una máscara te olvidas de todo el mundo y te transformas en un superhéroe de carne y hueso. Cuando te la quitas, vuelves a la triste realidad…”. La Lucha Libre es magia y, sin importar los guamazos, te regala sensaciones y satisfacciones increíbles; tanto al luchador como al espectador. Amén.

¿Te imaginas la cantidad de anécdotas que se pueden acumular a lo largo de una trayectoria de 10 años y, además, de un legado familiar de lucha (literal)? Ministro recuerda una vez que, junto a su padre, estaba luchando en la Plaza de Toros de Torreón contra Dulce Paola y El Fantástico, entonces, fue tanta la rudeza del encuentro luchístico que la misma gente del público se empezó a meter; hasta un sujeto que llevaba cargando a una niña llegó a meterle un tremendo descontón al papá de Ministro II Jr. Así es, se armó la campal y se traspasó esa delgada línea entre ficción y realidad. Al final, los luchadores tuvieron que esperar hasta pasadas las 4:00 de la mañana para poder abandonar el lugar y tuvieron que usar las máscaras de otros compañeros para poder salir seguros, ya que la gente seguía “cazándolos” afuera de la Plaza de Toros.

Una definición corta que englobe todo lo que es la Lucha Libre podría ser “un espectáculo de pasiones desbordadas”. Vas de la ira, a la felicidad, a la preocupación, a la risa, bueno, al punto de que una mentada de madre se puede convertir en un regalo para el luchador. Es el caso de Ministro, quien considera que entre más mentadas, mejor está haciendo su trabajo.

“La lucha libre me ha dado todo. Hoy le agradezco mucho a este deporte que me ha llevado de la mano y me ha sacado adelante: doña lucha libre, yo la amo. Y una frase que siempre he aplicado es que, si no vas por todo, ¿a qué vas? Siempre, siempre, siempre, cualquiera que sea tu sueño, mientras sea algo sano, algo positivo, hazlo con todo, no tienes nada que perder”.

Actualmente el luchador lagunero se encuentra retomando proyectos que quedaron en pausa por las drásticas vueltas que ha dado el mundo en los últimos años. Tiene planes de migrar a la Ciudad de México y empezar a tocar puertas de empresas grandes, como el Consejo Mundial de Lucha Libre. Para ello, se encuentra en constante preparación física, mental y, por qué no decirlo, económica, para poder sopesar esta aventura.

Si quieres conocer más de la historia de este luchador o adquirir su mercancía oficial, encuéntralo en Facebook como Ministro Segundo Jr. y él te atenderá personalmente. ¡Ajá! Como hablar con tu superhéroe favorito.

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