Es interesante el giro que ha dado el rol de padre a través de los años, pues mientras tradicionalmente era la figura de soporte en la familia; tanto económico como moral, quien proveía los medios necesarios para brindar seguridad y facilitar que la madre pudiera quedarse en casa a cago de los hijos y del hogar, dejando en manos de ella la mayor carga en la dirección, formación y crianza de los hijos; con el paso del tiempo y un papel más activo de la mujer en el terreno profesional, el rol de papá ha dado un gran giro.
Por mucho tiempo el cuidado de los hijos fue tema exclusivo de las mujeres, pues eran las madres quienes tenían en sus manos la educación y cuidado de los hijos desde su nacimiento hasta que crecían, mientras que los hombres salían a trabajar y al volver a casa no se involucraba en actividades consideradas obligación y tarea de la mujer. De
igual manera, sus horarios laborales y las actividades propias de jefe de familia les daban pocos espacios de convivencia con los hijos, dando paso a numerosas generaciones de padres poco presentes.
Con el tiempo la estructura social ha venido evolucionando con la integración cada vez más frecuente de la mujer a la vida laboral y social, así como con la ruptura de paradigmas culturales en cuanto a la participación del hombre en actividades destinadas únicamente a la mujer por tradición, respecto al cuidado y crianza de los hijos; dando paso a un rol de paternidad coparticipativo, activo, modelador y empoderador, gestor de importantes aportaciones en el desarrollo de los hijos y la dinámica familiar, entendida ésta como la familia tradicional, o bien en los nuevos modelos de familia uniparental.
Tal como una mujer, el hombre es apto para atender un bebé o un niño y coparticipar en ello con la madre, o bien desempeñarse por sí mismo. Cada vez es más común e incluso bien aceptado ver papás dando de comer a los hijos, llevándolos a la escuela, paseando en bicicleta, practicando algún deporte, haciendo la terea con ellos, bañándolos y poniéndolos a dormir, lo que no sólo es de apoyo a la dinámica familiar o una faceta del rol de los papás solteros, sino que estrecha y fortalece los lazos padre – hijo, lo que a su vez da seguridad y confianza a los hijos.
Es un hecho que la figura paterna es tan importante como la figura materna, en la formación y desarrollo de los infantes.
Por lo que no es de extrañar que cada vez se vea a los padres más involucrados en el cuidado y crianza de los hijos. Incluso, cada día es más común el papel de papá soltero, pues los padres comparten la custodia de los hijos con la madre y desempeñan el rol con todas sus implicaciones y satisfacciones.
En la actualidad el rol paterno ha logrado mayor reconocimiento, dejando sólo de ser el pilar económico de la familia, por lo que en algunos países como Estados Unidos y algunos otros de Europa brindan permisos de paternidad a sus trabajadores algunos días posteriores al nacimiento de un bebé. En México también con la reforma del año 2012 a la Ley Federal del Trabajo ya existe este permiso de paternidad.
Dando con ello oportunidad de ser participes de los primeros días de vida de los hijos y de tener un proceso de adaptación al rol de padre y la dinámica y los ajustes que ello requiere. Derecho que debiera ser considerado en todos los países del mundo.
Un padre es una figura de peso que brinda no sólo apoyo y seguridad, sino que aporta experiencias, valores, modelos y rasgos de personalidad. Un padre quizá pueda ser brusco e impetuoso en sus juegos, quizá parezca poco emotivo o contenido en sus emociones, quizá no atienda mucho a los detalles y convencionalismos, pero puede ser amoroso y protector, divertido y aventurero, y un excelente compañero de vida, lo que lo hace único y especial.
Por ello un reconocimiento a los padres que asumen su rol y dejan una huella de amor en sus hijos.
Por: Chris Martínez @MartiinezChris