
BAJAVIÓN
Este año es el b…
Por: Roble Limón
Qué once con Biyonse, estimado lector. Le doy la bienvenida a esta su columna favorita de toda la vida, que este año promete ponerse más cara que champaña, más fría que caguama, más peligrosa que Tonayan y más disruptiva que Los Reyes de a solo.
Ya lo dijo mi Juan Rulfo de oro y plata en Pedro Páramo: “Nada puede durar tanto, no existe ningún recuerdo por intenso que sea, que no se apague”. Discrepo del genial escritor, estimado lector. Habremos despedido al caótico, méndigo, mugroso, infeliz (+ cualquier adjetivo gacho que se le ocurra) 2020, pero ¿apoco no se siente como si nos siguiera respirando en la nuca? El 2021 ‘tá todavía muy chamaco cómo pa’ poder atinar desde ahorita por dónde nos va a llegar el Uber(gazo). Ahora sí que, como quien dice, ‘tamos todavía “en ascuas” —aunque más vale en ascuas que en Pino Suárez —, haga de cuenta así como ese momento incómodo en el que lo dejan a uno en el Zoom sin saber si la persona con la que estaba teniendo uno el encuentro cibernético se quedó trabada porque le falló el internet o nomás se quedó pensando.
Personalmente dudo que algún día se esfume de mi recuerdo que el 2020 fue un año en el que reí, lloré, bebí, gomité, normalicé, deconstruí, fallé, gané, me perdí, me encontré, amé, amá: me mié, pero sobre todo no cogí… digo que no cogí el mentado “covijas”, gracias a Dios; a lo cual amigos, familiares y colaboradores me tendrían que agradecer por no ponerlos en la disyuntiva de si (en el firungado caso de que colgase yo los tenis) lo menos pior fuera sacarme del grupo de guadsap o de plano hacer un grupo nuevo. Por lo pronto mi madrecita santa avisada está: si me voy yo antes que ustedes no gasten en mi entierro, incinérenme en la freidora de aire.

Quiera que no, vivir en perenne (ellaaa, en culta y letrina, que diga, letrada) ociosidad es lo que nos desestabiliza y orilla a cometer toda clase de pendejadas: Paca la del Barrio, te estoy hablando a ti, y es que lo que tú hiciste es peor que una mentada, mira que registrarte como precandidata a diputada en Veracruz por Movimiento Ciudadano… no te pases de v…iva. Pudiendo elegir ser cualquier cosa, elegiste ser la burla; claro que no me extrañaría que al final sí resultaces elegida y que la burla terminara siendo el pueblo bueno, “la base de la pirámide”, los jodidos pues. Aunque voltea uno pa’trás y mira la calidad de los disfuncionarios de gobierno que tenemos —¿me están oyendo, inútiles? — y, bueno, Paquita no parece ser tan mala idea.
Si fuera un concurso de honestidad (o poca vergüenza) ya tendríamos a la ganadora: “Yo no sé a qué vengo aquí, ¿me entendieron? Yo sólo sé que hay personas detrás de mí que son las que me van a enseñar a manejar este asunto”, así lo sentenció Francisca Viveros (nombre real de la cantante). O sea, sí, mucho hemos pregonado sobre la paridad de género, pero mire nomás lo que nos están dando. Con pena y todo, y confirmando la reflexión de aquella fábula de “La tortuga en el poste”, cuando vea a un animal en una posición elevada recuerde quién fue quien lo puso ahí. Sin ánimo de ser peyorativa, poner en esta posición de vulnerabilidad a un personaje ya de por sí bizarro privilegia la violencia política lejos de empoderar a la mujer y abrirle cancha. Claro, pero si México no fuera mágico, ¿podría hacer esto?: (*Lanzan también a Lupita Jones a un puesto de elección popular*). Ay no, qué feos modos.
A la cola
Después de este simplón ejemplo de lo que podemos ser capaces si dejamos que el ocio nos envuelva, pues déjeme decirle que el miedo también nos lleva al lado oscuro, en donde también abundan las pendejadas. Pero, ¡qué mejor forma de dirigirse a la muerte que haciéndole al vivo!, ¿verdad, Juan José Origel? Pero digo yo: si la gente se echa un pedo, es natural que truene o que huela. ¿Qué esperaba el conductor de espectáculos cuando publicó en su cuenta de Instagram una foto en Miami, Florida, con el mensaje: “¡Ya vacunado! Gracias #USA”?, ¿que le aplaudiéramos? No pues perdóname, mijo, ‘ora sí te voy a quedar mal; lo que pasa es que tengo todos los pinches dedos de las manos ocupados tratando de entrar a la página que lanzó el Gobierno de México para inscribir a los adultos mayores para recibir la vacuna contra el cobit. Ahí está que por merito me equivoco y en vez de registrar a mi abuelita al padrón de vacunación la registro a una diputación federal, que al cabo ya ve que es bien difícil, ¿’edá?
Y usté se preguntará, “por eso joben, ¿y Pepillo Origel a mí qué chingados?”. Pues es que parece que el año de encierro nomás nos ha enseñado a hacer como que vibramos alto, cuando la realidad es que seguimos bajo el yugo del “yoísmo”: lo mismo que pasó al inicio de la pandemia con la raza a la que hasta caca le faltó para terminar de usar todo el papel de baño que se agenció ocurre ahora, pero con el antídoto capaz de protegernos del Covid. El llamado “turismo de vacunas” solapa y traspasa de un brinquito las grietas de un sistema mundial en crisis; ya no se trata solamente de la distribución equitativa de las vacunas, sino de que ni siquiera hay abasto para cubrir lo básico. Ahorita no se trata de que “el que tenga más saliva que trague más pinole”; está bien que hay que ser puercas, pero tampoco tan marranas.

Tú solito te “ventaneaste”, Pepillo, o sea de que viste una oportunidad en forma de bajadita chingonota recién pavimentada y dijiste “ay, mira, qué casualidad, yo traigo patines; pos de aquí soy”, ¡y chingas, te dejaste ir! Me recordaste a mí cada vez que alguien renuncia en mi trabajo y lo primero que pregunto es si me puedo quedar con su sueldo y con sus vales de despensa… Por eso no te culpo, finalmente el instinto de supervivencia está cabrón y se manifiesta parejo, más en estos tiempos tan jodidos; para muestra la raza que se autodefine como “muerta por dentro”, y a su vez ahí andan con que “me han de poner la vacuna aunque me instalen un chip”. En fin, ojalá esa primera y única dosis de vacuna que recibiste en el chuco te hubiera hecho inmune a las mentadas de madre, pero no, pos ni que fueran gripa. Acéptame un consejo, neni: tú nomás acuérdate de que las mentadas son con las idas a misa: el que quiere va y el que no, pues no. Pero ahora que posiblemente te cancelen la visa supongo que te quedará mucho tiempo libre para que entonces sí vayas mucho a… misa 😊.
“Císcalo, císcalo, Diablo panzón”
Otro que creyendo que con ir a misa (a mis anchas) se libraría de pescar el virus fue nuestro tlatoani, Andrés Manuel de nombre, Obrador de oquis. Allá por el mes de marzo del 2020, poco tiempo después de haberse confirmado el primer caso de coronavirus en nuestro país, el presidente —con el semblante sereno moreno que lo caracteriza— aseguró sentirse tranquilo ante esta pandemia que por aquellas fechas nos había enseñado apenas la puntita (¿quién iba a pensar que ahorita nos tendría así de ensartados?); pues él siempre carga en su cartera un amuleto para la protección conocido entre la hinchada católica como “El Detente”. Meses después, en junio, Cabecita de Cotonete aseguró cumplir con las medidas preventivas sanitarias que dictaba la Secretaría de Salud y aprovechó para dar las de él… las recomendaciones, digo…: “no mentir, no robar y no traicionar ayuda mucho también” para permanecer inmune al bicho. Fue ahí cuando sentí que yo, por mi parte, ya había valido mauser: miento al decir que puse atención a la junta virtual siendo que me la pasé almorzando y viendo Venga la Alegría (por eso dejo la cámara apagada), robo miradas y corazones por donde quiera que paso (ahí, humildemente) y me traiciono a mí misma haciéndome creer que nada más me comí dos tacos siendo que ambos llevaban copia…
“Enero, nuestras palabras nos tragamos”, “Febrero, a ver si sí la libramos”… para finales de enero ya del 2021 (le estoy hablando del veintitantos de enero) AMLO dio positivo a Covid-19. Y usted creyendo que a este hombre no lo quería ni una enfermedad… Para inicios de febrero (día 4, para ser exacta) el mandatario declaró haber salido negativo en la prueba de antígenos que ese día por la mañana le habían realizado. Me extraña que alguien de la edad de López Obrador se haya recuperado tan rápido, ¿será que apenas entrando el virus a su cuerpo se arrepintió y dijo “aquí se rompió una taza”? A lo mejor la inmunidad está en ser culei, no sé, yo no soy epidemio… epidémiola… epidemiológa… Una disculpa por este trabalenguas.
En verdad, qué bueno que el presidente haya salido bien librado de la enfermedad; que, cual si se tratara del juego de béisbol de su vida, Cabecita de Algodón haya sacado a relucir sus dotes de pelotero bateando al virus al infinito y más allá. Sin embargo el país que dirige sigue jugando en ligas menores, fouleando las vacunas hacia los países ricos; pero, como dijo mi jefecita santa cuando la señora que nos vendió nuestro servicio funerario le pidió que le prestara un nicho: “No gracias, Fulanita, nosotros también nos vamos a morir”. No sé si me explico. Yo con que vacunen a mi papá y mi papá me doy por bien servida, yo como quiera ya viví mucho.

Dice Andrés Manuel que él, como ciudadano de a pie, va a esperar su turno para ser vacunado. ¿Gracias? No mam… que hasta encaja el diente. Ira, mijo, ¿sabes qué?, al chile orita no estamos para discursos populistas, no te hagas la vístima. Cósete un cubrebocas al hocico, vacúnate o haz lo que tengas que hacer porque bien que estuviste a chingue, y chingue, y chingue, y chingue, para estar en donde estás y dejar de ser un ciudadano de a pie. Pos órale, a recoger su desmadre.
El puro limón del caldo
“El mundo está al borde de un catastrófico fracaso moral, y el precio de ese fracaso se pagará con vidas y con empleos en los países más pobres”, sentenció el director general de la OMS, Tedros Adhanom. Pos menos mal que se nos permitirá pagar con la vida, ¿verdad?, porque imagínese si todavía se quisieran cobrar con dinero…
Lejos de mí el ánimo pesimista, la neta últimamente yo sí me refugio en las palabras de Eusebio Ruvalcaba: “Que te lleve la chingada es un triunfo. Porque una vez que te sumerges en el pantano de la chingada se acabaron las preocupaciones. La bocanada de la libertad te colma. Ya no tienes que angustiarte.”. Y es que a veces siento como si el mundo ya fuera una bomba que está por explotarnos en las manos.
Cerramos un año que nos obligó a replantearnos prioridades y objetivos, y es evidente que ya todos estamos exhaustos por no decir que hasta la madre, pero a lo mejor el fingir durante 8-12 horas de jornada laboral que somos tolerantes a la frustración desde que entramos al mundo godínez en realidad nos estaba entrenando para esto. Mire, en sus momentos de desesperación acuérdese que el agua todo lo cura: el mar, las lágrimas, un baño caliente, chupar limón,… pero si son aguas locas, el poder curativo es más mejor todavía.
Déjese venir, 2021, vamos a ver a quién le chilla más la ardilla mijo. ¿Será este año el bueno o balió madre otra vez?…
Bitácora de una prisionera
— Oye, pero entonces ¿qué somos?
— La base de la pirámide.