Tu profesión no define tu esencia personal

Tu profesión no define tu esencia personal

¿Cuál es tu profesión? ¿Qué eres? ¿A qué te dedicas? ¿Quién eres? Cuestionamientos que todos, en algún momento, hemos tenido y que nos hacen dudar sobre quién realmente somos.

Generalmente todos tomamos un trabajo o elegimos una profesión en alguna etapa de nuestras vidas. Si llegamos a acertar y escogemos la profesión con la cual nos sintamos identificados y plenos, nuestro trabajo se convertirá en esa experiencia feliz y satisfactoria con la cual podamos desarrollarnos como seres humanos.

Sin embargo, desafortunadamente, algunos deben hacer todo lo posible para observar sólo el lado bueno de una ocupación que no necesariamente aman.

Una de las primeras cosas que una persona que recién conoces te preguntará es: “«¿Qué haces?»”, como si tu trabajo fuera la parte más importante de quién eres. Podríamos responder: «Soy Ingeniero», «Soy Abogado», «Soy Ama de Casa» o «Soy Secretaria», sin embargo, un trabajo no define quiénes somos realmente, sino que es solo una expresión de nuestro ser complejo y multifacético.

A mis 26 años me di cuenta de esto gracias a un maestro que conocí en un taller, quien nos decía: “Obsérvense y pregúntense de qué son capaces, qué pueden aprender. Tú no eres lo que estudiaste, eres mucho más que esos 4 o 5 años de estudio. Las personas somos más que eso. Tú has elegido tener una profesión, pero eso no significa que seas una profesión.”

Eso fue un reto para mí, entendí que dentro de mí estaba el reto de SER LO QUE YO QUISIERA SER y hacerlo de manera efectiva. Cada uno de nosotros tenemos una semilla y el potencial de convertirnos en lo que decidamos.

Si le haces la misma pregunta a un niño que estás conociendo por primera vez: “«¿Qué haces?»”, él podría responder algo como: “«Corro, pinto, juego con mis juguetes y me encanta subir árboles.»”. La mayoría de los niños reconocen que no necesitan definirse a sí mismos solo con una aspiración en la vida.

Esto nos recuerda que todos tenemos muchos talentos y facultades.

Cuando envejecemos, comenzamos a definirnos por nuestro trabajo, a veces hasta el punto en que nos encasillamos en este al grado de ni siquiera poder decir tu nombre sin antes mencionar si eres licenciado, maestro, médico, ingeniero, etc.

El problema de limitar nuestra identidad a una sola ocupación es que ponemos todos nuestros «huevos de autoestima» en una sola canasta. Pero entonces, ¿qué sucede si algo cambia y ya no podemos ejercer nuestra carrera, o nuestra carrera ya no funciona para nosotros?

Lo mismo aplica para cualquier etiqueta: esposa, esposo, hija, hijo, amiga, amigo, madre o padre. Por ejemplo, en el caso de un ama de casa cuya vida giró en torno a sus hijos durante años; cuando ellos se fueron, su autoestima también lo hizo, porque todo lo tenía fincado en ellos. Sin embargo, esta misma situación fue la que la hizo recuperar su identidad y propósito al darse cuenta del hecho de que es capaz de hacer muchas cosas más, además del cuidado de sus hijos.

El problema con relacionar tu carrera con el quién eres, es que, si por alguna razón ya no puedes practicarla, ¿entonces qué pasaría contigo? Para los artistas, escritores, actores o personas públicas sería una situación especialmente precaria asociar su identidad con lo que hacen o con su popularidad. Si están en la cima de las listas, ¿eso los hace mejor que otra persona? Entonces, en ese caso, ¿qué sucedería si cayeran en desgracia?

Durante 6 años estuve dando clases de Yoga a adultos con discapacidad. Muchos de ellos podían realizar solo trabajos sencillos, pero igual de valiosos que los más complicados. Sólo su «ser» era una lección de amor, humildad y amabilidad. Podría escribir varios libros y nunca acercarme a la contribución que ellos han hecho a este mundo. Estas almas dulces nunca confundieron su trabajo con lo que son, solo eran amor puro.

Más allá de nuestros egos y nuestras profesiones, todos somos una maravillosa combinación de talentos y habilidades. Una profesión o etiqueta no abarca todo lo que somos. Tal vez algún día nos retiremos o seamos incapaces de trabajar. Esto no debería afectar, entonces, nuestra identidad en lo más mínimo. En su lugar, debería abrirnos nuevas puertas de posibilidades emocionantes.

La mayoría de nosotros sólo hemos arañado la superficie de nuestro potencial. Tenemos tanto qué ofrecer a este mundo, que no deberíamos limitarnos a nosotros mismos o al valor al que contribuye nuestra sola presencia esencial. Todos hacemos una contribución al mundo.

Entonces, la próxima vez que alguien te pregunte: “¿Qué haces?”, tal vez puedas responder: “Soy Ingeniero, además de Artista, Cantante y Profesor, pero, sobre todo, soy un amante de la humanidad y un creyente de nuestra unicidad”.

“La educación es el arma más poderosa que puedes tener para cambiar el mundo.”

  • Nelson Mandela.

“No soy lo que me paso, soy lo que elijo convertirme.”

  • Carl Jung.

“No soy todo lo que ves, pero tampoco ves todo lo que soy.”

  • Anónimo

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