Estoicismo en la Empresa

Estoicismo en la Empresa: La “religión” del Empresario

Por Jorge A. Herbert Acero

“Tu vida se tiñe con el color de tus pensamientos.”

  • Marco Aurelio.

            Quienes que somos empresarios y pagamos nómina semanal sabemos el nivel de dificultad que suelen representar los viernes. A diferencia de cualquier otro día de la semana, y también en particular en el sector de la manufactura, los viernes tienes que andar persiguiendo pagos para poder completar la nómina; a veces en un par de horas entran los pagos de toda la semana, por lo tanto, tienes que ser muy ágil en el acomodo de las remuneraciones y a veces estar listo en el banco para poder retirar muy cerca de las 4 de la tarde. Creo que muchos se identifican con viernes como los míos…

            Aquel viernes, hace algunos años, fue particularmente tenso porque era un puente largo.

Resultó que eran las 3:30 de la tarde y ninguno de los 4 clientes que preveía iban a pagar lo hicieron ni me resolvían si lo harían. Por más que les escribía e insistía de su compromiso en hacerlo, algunos simplemente dejaron de contestarme y otros daban puras largas. (¿A quién no le ha pasado?)

No había mucho tiempo en realidad… Y empecé a resignarme.

Ya eran alrededor de las 3:50 p.m. cuando me encontraba saliendo del banco pensando en la disculpa que les diría a mis colaboradores del por qué no podría pagarles, tratando de justificar que todo lo que había presionado a mis clientes para que liquidaran su deuda no había sido suficiente, que todos mis planes habían fallado y que no había nada en mi control para resolverlo. 

A las 3:53 p.m. recibo una notificación de un depósito con un monto suficiente para poder resolver la nómina. Ni siquiera vi de quién era el pago, me regresé corriendo y llegué de milagro, retiré el dinero, pagué y nos fuimos todos felices de puente.

 El sábado, ya con más calma, ingresé a mi banca electrónica para ver quién había sido mi salvador y, para mi sorpresa, no había sido ninguno de los 4 “presionados”, sino un cliente que había quedado de liquidar desde hacía 6 meses y de quien honestamente pensé que ya se había llevado la mercancía sin pagar.

Platico esta anécdota porque plantea varias de las preguntas más profundas y complejas de los emprendedores y de los empresarios, no solo del país, sino del mundo completo: ¿Qué está en nuestro control? ¿Vale la pena planear cosas? Y desde luego la más importante, ¿en verdad me gusta esta dinámica de vida, estar sufriendo así muchas veces? ¿Serviré para esto?

Creo que si alguna actividad para la que no hay curso o carrera en este mundo es para ser Empresario. Lo más próximo a ello, sin duda, es la “Universidad de la Vida” que, si bien te cobra el costo por adelantado a través de los fracasos, te da el fruto más dulce que es la satisfacción de eventualmente tener éxito.

Durante la creación de una empresa, ¿Qué sí está en manos del empresario? En realidad, solo sus pensamientos y las acciones que emanan de ellos. De ahí en adelante, absolutamente nada, no importa qué tanto se haya planeado, anticipado, decidido, previsto… ¡nada está en su control! Después de pensar y ejecutar una decisión, solo obtiene resultados que no son ni buenos ni malos, solo son resultados.

“¡Qué miedo!”, has de pensar… y pues sí, esa es la realidad de todos los que hacemos empresa, desde los emprendedores, hasta los CEOs de las grandes corporaciones. Solo podemos, en resumidas cuentas, planear para lo mejor, pero anticiparnos para lo peor… Premeditatio malorum, un concepto estoico acuñado hace más de 2 mil años, del que ya tendremos oportunidad de hablar más adelante.

Lo que está en nuestro poder es únicamente PENSAR y DECIDIR, y es justo a través de nuestras decisiones que comenzamos a teñir el destino de la empresa y, claro, el nuestro propio. Pareciera entonces que el empresario fuera un pintor, un artista.

En mi opinión, un empresario es en realidad un artista, un artista de la toma de decisiones: todo el tiempo, a todas horas, incluso dormido, el empresario está en la búsqueda de lo que yo llamo LA DECISIÓN PERFECTA, aquella que tiene 0 costo, pero da un 100 de beneficio a la empresa.

Aunque no seamos conscientes de ello, esa intensión de querer controlar las cosas es la que nos hace pensar que tenemos todo resuelto… como cuando es viernes y 4 clientes quedaron de pagarnos. ¿Lo ves? Ese control no existe. Como tampoco existe el control del cliente que decidió, justo ese viernes y a esa hora, pagar.

¿Qué hace el empresario ante estas y otras miles de circunstancias? Pintar el cuadro con el color y el matiz de sus decisiones, teniendo como lienzo lo inevitable.

Es justo en este punto donde uno pareciera hacerse pequeño con las circunstancias, que podría preguntarse: ¿Hay alguna manera, educación, entrenamiento o “religión” que nos permita por lo menos elevar poco a poco la calidad de nuestras decisiones y de nuestra receptividad de lo inevitable (bueno o malo) de los resultados? La respuesta creo que es definitivamente sí: el estoicismo, una antigua filosofía griega fundada por Zenon de Citio hace más de 2 mil años y cuyos algunos de sus postulados son, entro otros:  

Vivir conforme a la naturaleza. Las cosas son como tienen que ser, no como nosotros queramos que sean.

            No se trata de eliminar las emociones de nuestra vida, sino de domesticarla. Las decisiones que tomamos siempre se ven afectadas por nuestra emocionalidad, decidir cuando estamos lo más acercados posibles a la tranquilidad, nos acerca a mejores decisiones.

            Dicotomía del control. Reflexionar constantemente sobre lo que está y lo que no está en nuestro control para saber a dónde enfocar nuestro pensamiento y accionar.

Hay muchas piezas que parecen embonar de manera natural en el día a día del empresario con este acercamiento filosófico no solo al hacer a la empresa, sino a la vida misma…

Y esto fue solo el capítulo 1…

Aquel viernes recibí mi primera clase de estoicismo en la empresa sin siquiera saber que existía, pero algo dentro de mí se movió para siempre…

¿Cuándo te sucedió a ti?

Nos leemos en la próxima colaboración…

Deja un comentario