
El genial Vincent Van Gogh, primer renovador del Impresionismo, creador del postimpresionismo.
En sus últimos 5 años de vida plasmó en su arte un estilo único. Exaltado y ardiente.
Poderoso, fuerte, pero con gran sensibilidad propia del ser, de la apreciación, conectando con su esencia humana. El pensamiento impresionista; noción de pensamiento y emoción, de las ideas y la pasión plasmadas y expresadas en las pinturas.
La luz intensa, los colores puros y vibrantes expresaban su gran pasión al arte, al esplendor en la creación, su gran pasión a la naturaleza y la humanidad.

Los retratos y la naturaleza fueron los temas recurrentes en sus pinturas; basados en el impresionismo que en sus propias palabras describía así:
Carta a Théo (1888): “Estoy volviendo más a lo que buscaba cuando vine a París. No sé si alguien antes que yo ha hablado sobre el color sugestivo, pero Delacroix y Monticelli, sin hablar de él, lo consiguieron. Pero debo volver a donde estaba en Nuenen cuando hice un vano intento de aprender música, tanto sentía ya las relaciones entre nuestro color y la música de Wagner. Es cierto que en impresionismo veo la resurrección de Eugéne Delacroix, pero sus interpretaciones son tan divergentes y en cierto modo tan irreconciliables que no será el impresionismo el que nos brinde la doctrina final. Por eso yo mismo permanezco entre los impresionistas, porque no te hace profesar nada ni te ata a nada, y siendo uno de los miembros no necesito declarar mi fórmula”
Se mudó a la casa amarilla al sur de Francia. Durante su estancia en Arles, Van Gogh compartió tiempo con Gauguin, un gran maestro en su arte con quien discernía y diseccionaba la pintura hasta sus raíces, las líneas y el color, las sombras y la luz.
Gauguin escribió al pintor Émile Bernard (1888): “Por todas partes y en todo encontré un desorden que me impactó. La caja de colores difícilmente podría contener todos esos tubos, amontonados y nunca cerrados. A pesar de todo este desorden, algo brillaba en sus lienzos y también en su charla.”
Vincent Van Gogh pintaba a partir de la naturaleza, Gauguin lo motivaba a pintar “de memoria”. En noviembre de 1888 Gauguin plasmó esta diferencia de ideologías diciendo: “Vincent y yo no estamos de acuerdo, especialmente en lo que respecta a la pintura. Él es un romántico y yo me inclino más bien a un estado primitivo.”
La convivencia apasionada y la armonía impregnada de vulnerabilidad realmente resumían una convivencia intensa entre ambos.

“Aquí hay un recuerdo mío”, citaba la nota cuyo sobre contenía un fragmento de oreja izquierda del propio Van Gogh; así fue como culminó para Gauguin y Van Gogh la noche del 23 de diciembre de 1888. Trágica. Suceso que llevó a Gauguin de regreso a París sin despedirse de Van Gogh.
La naturaleza siempre comienza por resistir al artista, pero el que realmente se lo toma en serio no se desanimará por esa oposición…
Vincent Van Gogh vivió sus últimos años en aislamiento, sin contacto humano más que la compañía de su hermano. Terminó internado para tratar su salud mental, y finalmente se suicidó en 1890.

Un mes antes de suicidarse, escribió en relación con su retrato del Dr. Gachet (1890): “Lo que más me apasiona; mucho, mucho más que el resto de mi oficio es el retrato; el retrato moderno. Lo busco en el color, y seguramente no soy el único que lo busca en esta dirección … Me gustaría pintar retratos que después de un siglo semejaran apariciones a las personas que vivieron entonces. Quiero decir que con esto no intento lograrlo mediante un parecido fotográfico, sino por medio de nuestras expresiones apasionadas, es decir, empleando el conocimiento que tenemos del color y nuestro gusto moderno con respecto a el como una manera de llegar a la expresión y a la intensificación del carácter.”