¡Dirigir como niños!

¡Dirigir como niños!

Aunque tener una empresa no es un juego de niños, al dirigirla tenemos mucho que aprender de ellos.

Dicen que una empresa es como un niño pequeño, al cual debes cuidar, acompañar, orientar y siempre estar al pendiente para ayudarlo cuando sea necesario. Sin embargo, esto no es lo único que podemos resaltar de los niños; al dirigir una empresa es importante retomar muchas de las costumbres que estos pequeñines tienen. A continuación, te cuento algunas de ellas que no deberías pasar por alto.

Son curiosos

Una de las principales características de los niños pequeños es ese interés por descubrir cosas que los rodean; no solo ven, observan y quieren explorar y conocer todo, su interés por ver nuevas cosas, por sentirlas, tocarlas o incluso probarlas es inagotable. Cuando diriges una empresa no debes perder nunca esta costumbre, tienes que estar atento a lo que sucede en tu alrededor (no solo al interior de tu empresa) y debes de mantenerte curioso y experimentar, buscar nuevos mundos, nuevas tendencias, nuevos clientes y sobre todo nuevas formas de hacer las cosas.

Están alertas

Un niño pequeño se mantiene alerta de todo, escucha un ruido y se sorprende, no encuentra a alguno de sus padres e invariablemente lo busca, al llegar un desconocido dudan de él y, en general, cualquier señal ajena a su entorno conocido lo hace reaccionar. En ocasiones al dirigir una empresa estás tan enfocado en lo que haces que te olvidas de esos “ruidos externos”; no te das cuenta de la llegada de nuevos competidores, de cambios en los clientes e incluso parece que prefieres no escuchar ni ver nada del entorno que te pudiera distraer de lo que crees importante. Sin embargo, es fundamental volver a estar alertas de todo esto, ya que si omitimos demasiado esas señales corremos el riesgo de quedarnos atrás.

Saben mandar

Los niños pequeños no sólo no saben hacer muchas cosas, de hecho, son incapaces de hacer muchas de ellas; pero a pesar de esto tienen una habilidad impresionante de mandar sobre los adultos y de lograr que éstos hagamos lo que ellos quieren. Al dirigir tu empresa no es necesario que seas el mejor, puedes no saberlo e incluso ser incapaz de hacerlo, pero debes de tener la habilidad de encontrar quién pueda lograr eso que buscas y que sepas que lo hará muy bien.

Aprenden rápido

Los pequeños son como esponjas, son autodidactas les basta con ver y escuchar cosas para que al poco tiempo lo estén replicando (palabras, juegos, costumbres, la forma de caminar, etc.) y cuando realizan algo se dan cuenta de las consecuencias que sus actos tienen (al romper cosas, quemarse, cortarse, etc.) conforme vamos creciendo perdemos esa habilidad de ser autodidactas, dejamos de reconocer el impacto que nuestras acciones tienen, volvemos a cometer mismos errores y parece que no aprendemos nada.

Hacen amigos

Basta con dejar a dos niños pequeños solos para que pronto estén jugando y compartiendo sus juguetes, no tienen prejuicios sobre la gente y buscan la manera de convivir. Conforme crecemos perdemos esa habilidad y es más fácil quedarnos viendo un teléfono que conocer a nuevas personas que en algún momento podrían ser parte importante de nuestra organización.

Les sobra energía

Algo que nos asombra invariablemente es la cantidad de energía que tienen y, todo lo que hacen, lo hacen con muchas ganas. Es más… pocas veces caminan, siempre corren o quieren correr. Si bien emular el nivel energía que un niño pequeño tiene es difícil (ya que ellos están nuevecitos) sí es importante que al dirigir lo hagas con energía. Recuerda que tus empleados (al igual que los niños pequeños) aprenderán de tu ejemplo.

Saben divertirse

Los niños pequeños se sorprenden, sonríen, disfrutan cada momento, ríen a carcajadas y buscan la manera de hacer eso que los hace felices y sin miedo a mostrar su sentir. Si bien la responsabilidad de una organización es grande, no debemos dejar de disfrutar las labores, sonreír y encontrar eso que nos haga felices sin miedo a mostrar nuestra alegría.

Y así como éstas características podríamos mencionar su habilidad de decir no a las cosas, su capacidad de enfoque y muchas otras actividades y costumbres que no nos dejan de sorprender y que, en definitiva, podríamos usar al dirigir una empresa; pero como un niño también se aburre rápido, mejor aquí termino mi artículo.

Carlos Dotor Cacho

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