AURA

Aura, de Carlos Fuentes

Por Ruth Castro

Aura es una novela de lectura obligada en la materia de literatura a nivel secundaria, bachillerato y a veces hasta a nivel universitario.Es un libro que se ha adaptado para cortometraje, se ha reelaborado para pieza teatral y que a lo largo de los años ha dado mucho de que hablar, más que el resto de los títulos de autoría de Fuentes.

Carlos Fuentes es uno de los autores representativos del Boom latinoamericano, un movimiento literario que se desarrolló entre 1960 y 1970 aproximadamente (algunos dicen que desde los 50s). En diversas referencias podemos ubicar al Boom como un fenómeno editorial, pues la literatura de jóvenes escritores latinoamericanos fueron traducidos, publicados y distribuidos en Europa y en otras partes del mundo. Esto hizo que lectores de otros países advirtieran el trabajo literario de Latinoamérica y voltearan su vista a lo que se estaba haciendo de este lado del mundo. Otros autores relacionados al Boom son Gabriel García Márquez, de Colombia; Julio Cortázar, de Argentina; Mario Vargas Llosa, de Perú, José Donoso, de Chile, entre otros.

            Tales escritores, influidos por los movimientos de Vanguardia que se había desarrollado primero en Europa y en América Latina en las décadas anteriores, desafiaron las convenciones establecidas de la literatura latinoamericana, desde una escritura experimental. Por otra parte, dadas las condiciones de los 60s de intensa agitación política, se identificaban como un grupo de intelectuales con claras posturas políticas, inclinadas hacia la izquierda e influenciadas por la Revolución Cubana, triunfo que prometía una nueva era.

            Algunos de los rasgos del Boom latinoamericano es que en la narración el tiempo no es lineal, se utilizan varias perspectivas o varias voces narrativas. Emplean el uso de neologismos, esto es, la creación de nuevas palabras o frases y juegos de palabras (para darse un clavado en un mar de neologismos pueden leer Rayuela, de Julio Cortázar). También destaca un internacionalismo, énfasis en lo histórico, lo político y la búsqueda de la identidad nacional.

            Su primera publicación fue un libro de cuentos: Los días enmascarados  (1954) cuando tenía 24 años. Luego vino la novela La región más transparente (1958.) Fue su primera novela, la que le abrió todas las puertas posibles. A ésta le siguió Las buenas conciencias (1959). Entonces llegó la pequeña novela Aura, cuando Carlos Fuentes tenía 33 años, en mayo de 1962. Publicada por editorial Era, Aura representó la continuación de unos rasgos y un estilo que ya iba dejando claros su autor en las publicaciones anteriores, aunque con una diferencia clave: la extensión breve. 62 páginas en un edición de media carta; Aura es una novela corta, muy corta, que se puede leer de una sola sentada.

Pero, de qué trata Aura

La historia se ubica en el año de 1961, en el centro de la ciudad de México. Felipe Montero, su protagonista, es un joven historiador que trabaja como profesor.

Mientras toma un café y lee el diario se encuentra un anuncio en el que solicitan a un profesional con un perfil idéntico al suyo. A Montero le parece que sólo falta que aparezca su nombre en el anuncio: “historiador joven, ordenado, escrupuloso, conocimiento del francés, preferible si ha vivido en Francia algún tiempo…”. Pareciera una mala broma, pero el sueldo que se promete no es nada desdeñable: debe hacer el intento de conseguirlo. Sin pensarlo se dirige hasta la dirección que presenta el anuncio: la calle Donceles 815 del centro de la ciudad de México.  

Desde las primeras páginas en que se describe la casa se van mezclando elementos arquitectónicos desde el pasado colonial hasta la modernidad de la segunda mitad del siglo XX. En esa casa del anuncio, Montero conocerá a los otros dos personajes fantasmagóricos que lo acompañarán el resto del relato: la señora Consuelo y Aura. Desde que entra a esa casa también tendrá la sensación de asfixia, humedad y oscuridad de la que será presa hasta el desenlace.

            La viejita Consuelo desea que se ordenen las memorias de su marido muerto hace más de sesenta años, el general Llorente, y que queden listos para su publicación. Está consciente de que a ella tampoco le queda mucho tiempo de vida, así que la quema una urgencia por que se comience el trabajo de inmediato. Para ello Montero debe mudarse a esa casa, donde se le ofrecerá comida, todos los servicios, alojamiento y el sueldo prometido, que es casi cuatro veces más de lo que gana como profesor.

            En esa escena aparece por primera vez, envuelta en un halo de misterio, Aura, la “sobrina” de Consuelo, por quien enseguida sentirá Montero una fascinación, y aceptará el trabajo sin cuestionarse más.

“Al fin, podrás ver esos ojos de mar que fluyen, se hacen espuma, vuelven a la calma verde, vuelven a inflamarse como una ola: tú los ves y te repites que no es cierto, que son unos hermosos ojos verdes idénticos a todos los hermosos ojos verdes que has conocido o podrás conocer. Sin embargo, no te engañas: esos ojos fluyen, se transforman, como si te ofrecieran un paisaje que sólo tu puedes adivinar y desear”.

A partir del momento en que ve a Aura, Montero se siente muy atraído hacia ella, pero también le surgirán demasiadas preguntas porque este ambiente misterioso, oscuro y sofocante de la casa no sólo está en sus paredes y sus rincones sino que permea a sus personajes femeninos, o bien, ellas son quienes lo generan.

Consuelo Llorente y su supuesta sobrina Aura son personajes enigmáticos que actúan de manera extraña y la oscuridad que envuelve las habitaciones ayudan a enfatizar el misterio. Montero camina a tropezones, en varias escenas con un candelabro en la mano y en otras prácticamente se aprende el número de escalones para llegar a otra estancia de la casa, como si fuera un ciego. Solamente el cuarto de la azotea, el que le han dispuesto para que trabaje, es en el que, a contraste, entra demasiada luz. Otro elemento que ayuda a fortalecer el misterio es la manera de hablar de los personajes femeninos. Ambas hablan poco, entrecortadamente, con frases incompletas, y Montero tampoco insiste en aclarar lo que escucha, por lo que hay mensajes que se quedan a medias.

Felipe Montero intentará dilucidar qué sucede entre las dos mujeres, cuál es realmente su relación, según él, para ayudar a Aura a escapar de la vida de encierro que le ofrece su vieja tía enferma. No obstante, lo que Felipe Montero encuentra (junto al lector) será lejano a la idea de que Consuelo manipula a su sobrina en contra de su voluntad.

            No les cuento más, porque lo que aquí pretendo es invitarlos a que lean esta novela. Lo que puedo agregar es que mucho sucede entrelíneas, pues aunque en el desenlace todo lector advierte una verdad que no se esperaba y que no se deseaba para el protagonista, también hay parte de la narración que queda abierta a la interpretación.

            En dicha novela los niveles de realidad y de fantasía, por no decir de irrealidad, se mezclan de una manera muy sutil, de modo que como lector no sabes bien qué tanto se imagina, qué tanto sueña y qué tanto realmente le sucede a Felipe Montero, y esa es una de sus grandes cualidades.

            Según lo que expresaba el Boom latinoamericano de propuestas arriesgadas, Aura tiene la singularidad de estar narrada en segunda persona, en algunos fragmentos en tiempo futuro; forma y tiempo no convencional en la época de su aparición, y que da la impresión al lector de que el narrador se dirige directamente a él, que es su interlocutor, y desde esa segunda persona, como lectores, nos sentimos Felipe Montero, nos sentimos protagonistas.

Aprovecho para recordarles que además de los autores mexicanos que todos conocemos (aunque sea de oídas en la escuela), están también grandes autoras que no tuvieron la difusión de la que sí gozaron los autores de Boom. Elena Garro, Inés Arredondo, Josefina Vicens, María Luisa Puga, Rosario Castellanos, Amparo Dávila y muchas otras fueron mujeres que dedicaron su vida a la creación literaria. Ya hablaremos de algunas de ellas en este espacio.

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