
Gustavo y su sabiduría
Hoy en la mañana, antes de irse a la escuela, mi nieto Gustavo me preguntó:
—¿Qué lees abuelo?
—Los datos sobre la inflación en México y Durango —le contesté.
—¿Y qué es eso?
—Bueno —le dije— con estos datos sabemos si, en esta quincena que terminó, subieron los precios de las cosas; la comida, la gasolina y los juguetes.
—¿Y cómo salimos?
—Aumentaron bastantito, más de lo que se pronosticaba; hasta 7.94% a tasa anual quincenal y en Durango llegó hasta el 8.6%.
—Újule, ¿eso significa que tendremos que esperar a que baje ese número para comprar mi casete de Sónico que ofreciste?
—Lamentablemente así es… Y es que, ¿cómo le hago? Yo sin dinero y el juego muy caro… ¿Qué opinas?
Gustavo no solo juega en su iPad, sino que es un muchacho curioso y aprende de las respuestas, así que se quitó la mochila, se sentó frente a mí y me dijo:
—Mira, abuelo, hay varias maneras de darle vuelta a esto. Primero dile al de la tienda que no le suba el precio a mi juguete, porque si no ni tú ni nadie le va a comprar; y si sigue así, pronto no tendrá ni para pagar la renta (que también sube).
Yo pensé —Pero si ya les dijeron a los tenderos del programa PACIC y con todo y todo tuvieron que subir los precios. Los alimentos subieron 14% y los productos agropecuarios 10% a tasa anual quincenal.

Continuó mi charro —Pero hay que decirles a mis amigos que tampoco se aceleren y lo compren de todas maneras. Si no nos hacen caso, podemos decirles a los alcaldes que apoyen a los de las tiendas con menos impuestos y así ellos no tendrán que dar casetes más caros. ¿Cómo la ves? —concluyó. Tomó sus libros y se fue.
¡Nada mal para un jovenazo de 7 años!
Yo que tengo su edad multiplicada por 10 considero que tenemos que ampliar y modificar el pacto PACIC (Paquete contra la Inflación y la Carestía), pues como vemos en la gráfica que presenta el organismo MCV no ha jalado como se planeaba y el resultado nomás no aparece.
Los estímulos que propone Gustavo son muy complicados para otorgarlos, pues estamos en una situación de austeridad presupuestal y apenas les alcanza a los alcaldes a pagar la nómina, en el mejor de los casos.
Lo que sí podemos hacer es aumentar nuestra productividad (hacer más con menos), buscar y aprovechar sinergias con proveedores y clientes (que 1+1 sea=3) y esperar que no la vayamos a regar en las pláticas del T-MEC con nuestros vecinos y socios. Esa si sería una tormenta catastrófica.
Tomando en cuenta mis mismas sugerencias, no me queda más que comprar el famoso juego de Gustavo antes que se enojen los canadienses, pues allá es donde los fabrican.
Ánimo.